Unidad 1 > 1.2. > 1.2.1. Crítica y tecnología

1.Introducción a la crítica

1.2.1 Crítica y tecnología

Analizar críticamente las funciones de los procesos artístico comunicativos posibilita la conciencia crítica sobre las dimensiones históricas, económicas, políticas y sociales en la construcción de relatos, imágenes y narrativas.


Las nuevas formas tecnológicas que se desarrollan en la sociedad contemporánea son, en realidad, sucedáneos lógicos de la gran invención humana que es la escritura, el libro, el ordenamiento lingüístico, la estructura conceptual, la composición plástica por la cual un texto está ordenando un pensamiento. Las nuevas tecnologías parecen renovarlo todo pero el campo del arte es mucho más complejo a la hora de ser abordado desde una perspectiva crítico analítica. El teatro, por ejemplo, persiste desde la época de los griegos, y aún sigue formando parte de las experiencias posibles de ser vividas en el mundo artístico. El cine, surge a finales del siglo XIX como una tecnología nueva, pero aún desarrolla su capacidad infinita de evolución, e incluso el libro, con los pronósticos apocalípticos sobre su desaparición, ha sobrevivido desde la Biblia hasta hoy. Sin embargo, el avance de las tecnologías y sus usos modifica nuestra experiencia con esos objetos.


Es necesario remarcar con Jesús Martín Barbero, comunicólogo colombiano, que:

 

ícono citas Frente a las culturas letradas, ligadas a la lengua y al territorio, las electrónicas audiovisuales se basan en comunidades hermenéuticas que responden a identidades de temporalidades menos largas, más precarias, pero también más flexibles, dotadas de una elasticidad que le permite amalgamar elementos provenientes de mundos culturales muy diversos, atravesados por discontinuidades y contemporaneidades en las que gestos atávicos conviven con reflejos pos modernos.

(Barbero, 2005: 73)

 

El tiempo, el espacio y los modos de relacionarnos con la producción y recepción de obras artísticas, del mismo modo que los imaginarios a los que nos enfrentamos, constituyen una amalgama de sentidos a los que debemos estar alertas para comprender el mundo social a partir de la tecnología como forma cultural. En este sentido, entendiendo a la tecnología como su nombre lo indica, como el estudio del arte o la técnica (téchné y logía), la crítica debiera relacionarse con las tecnologías a partir de una complicidad cognitiva y una apertura expresiva, que le permita comprender los imaginarios que se desarrollan en cada obra artística, con sus propias lógicas de ritmo, sonoridades, visualidades e identidades.

Si consideramos que la primera función de la tecnología, cualquiera fuese su tiempo y espacio, es la comunicación, la configuración de narrativas, sonoras, visuales, escritas, digitales que permitan la conservación en la memoria sociocultural, las primeras preguntas del crítico entonces serían:


  • ¿De qué modo la memoria social se articula en la escritura tecnológica sea cual fuese su forma?
  • ¿Qué sentidos construye el modo de escritura?

El mundo contemporáneo nos ofrece manifestaciones expresivas que imponen transformaciones en los modos de abordaje de las obras. La crítica no solo debe dar cuenta de aquello que se configura como “lo nuevo”, sino observar lo institucionalizado, lo histórico e incluso lo naturalizado a partir de una mirada que se posicione como novedosa.


Es decir, no se puede hoy analizar críticamente el cine sin tener en cuenta sus transformaciones a partir del video, de lo digital, de las condiciones de producción y exhibición del material audiovisual.


Del mismo modo que no se puede observar el teatro sin el diálogo con la televisión, sus cruces narrativos, sus puestas en escenas, sus formas de representar y el vínculo con el público y sus sentidos.


Tampoco la televisión puede ser pensada sin las plataformas tecnológicas como la web, o la pintura sin el bagaje cultural que nos plantea la fotografía experimental, e incluso pensar la propia foto como arte de captura sin tener en cuenta el mundo de la edición.


Las conexiones tecnológicas se hacen necesarias en la línea de tiempo tanto hacia el pasado como hacia el futuro desde el presente, de tal modo que así como es importante replantear el lugar de las expresiones artísticas a partir de las formas tecnológicas más contemporáneas, a la inversa, para comprender la nueva situación de la imagen y el sonido, por ejemplo, en la era digital debemos remitirnos a la historia de su evolución. Esto no quiere decir que para realizar una crítica sobre el videoarte por ejemplo, nos vamos a estudiar toda la historia de la evolución de la imagen, pero sí ser extremadamente cautelosos con aquello que definimos como nuevo sin haber corroborado su existencia anterior, incluso como muestras incipientes. En este sentido, el crítico debe ser profundamente culto.


Veamos un ejemplo de crítica sobre los videojuegos y las prácticas socioculturales en relación con los procesos de identidad y configuración de la realidad por parte de los usuarios/jugadores.

Videojuegos, el mundo ideal

Por Héctor Pavón


El 19 de abril de 2002, el juez de distrito de Estados Unidos N. Limbaugh dictaminó que los videojuegos “no son portadores de ideas ni vehículos de expresión”, por lo que no gozan de protección constitucional. Doce años después este dictamen es casi un chiste. O un argumento incomprensible. No sólo parece una declaración de principios de otra era sino que hoy los videojuegos multiplicados por millones crecieron en sentido contrario. No hay duda de que portan ideas, de que son vehículos de expresión y, claro, de que son productos culturales. Desarrollados científicamente, se han impuesto como una inabarcable y risomática red social. Distinta: posee un feedback diferenciado de las horizontalidades que promulgan redes ya clásicas como facebook o twitter por ejemplo. Los juegos de la PC, en consolas como la PlayStation, Wii, Xbox, cabinas de shoppings, en tabletas, celulares, y que han generado cientos de millones de jugadores en todo el mundo, han creado también un jugador que, solitario en apariencia, integra una red colosal y con la que establece relación de modos diversos, insólitos y siempre curiosos. (Seguir leyendo en: <www.revistaenie.clarin.com>)

A partir de lo desarrollado hasta aquí, a las concepciones básicas sobre la actividad crítica y el rol del crítico, encontrando la escritura propia para cada tipo de obra abordada, se propone al alumno la siguiente actividad:

  • Elija una obra que conozca, cualquiera fuese su procedencia, y elabore un primer acercamiento a la escritura crítica. (Puede ser una película, una novela, un cuento, una obra de teatro, una canción, una pintura, etcétera).
  • A partir de su elección, elabore un primer texto crítico de 3.500 a 4.000 caracteres en letra Times New Romans 12, espacio 1 y ½.

  • Guía de trabajo:
  • Elaborar una breve presentación de la obra.
  • Justificar la elección.
  • Proponer desde dónde se aborda la obra.
  • Contextualizar el surgimiento de la obra.
  • Contar de qué manera se relacionan las tramas y sus formas.
  • Elaborar una conclusión de la escritura.
  • Ponerle un título.

Esta primer actividad se propone enfrentar al alumno a su propio universo de objetos artísticos con la propuesta de construir una nueva mirada sobre algo ya conocido, entendiendo a la crítica como práctica que expone un fundamento frente a algo de modo escrito, pero también como el ejercicio de experimentar con el lenguaje y poder reconocer el modo adecuado de abordaje de cada uno de los objetos posibles.

Barthes, R. (1985), “Introducción. ¿Qué es la crítica?” en: Ensayos Críticos, Seix Barral, Barcelona, pp. 345-352.


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