La imagen se conforma como un lenguaje que debe ser observado y analizado a partir de sus propias características, que ocupa un lugar central en la comunicación contemporánea, y que se ha ido transformando a lo largo de la historia, constituyéndose en un elemento importante del arte y la cultura. Pero no todas las imágenes son iguales, ni su modo de organización confluyen en un mismo sentido, por ello, el crítico debe estar atento a los modos narrativos que las distintas imágenes portan más allá de la referencia clásica de Pierce en su triple condición de posibilidad de significación (icónica, indicial, simbólica).
La escritura crítica-analítica de objetos visuales y audiovisuales debe considerar entonces:
La pintura conlleva en sí misma distintos tipos de representación, que van desde la pintura renacentista, pasando por el surrealismo, el cubismo, el expresionismo, etcétera.
Ya la fotografía puede ser analizada desde su función de captura del tiempo en un instante o de puesta en escena de un momento de la historia de modo artístico.
El cine propone desde la conquista de imágenes en movimiento a la articulación entre documental y ficción con un trabajo sobre el espacio y el tiempo.
La televisión dialoga entre su objetivo de información e inmediatez, y el lugar de la construcción estético comunicacional de formas comunicantes que conlleven la apuesta por el montaje como escritura.
La imagen digital convive con el dilema de constituirse en representación de lo real a partir de la construcción de formas binarias o numéricas.
Cada imagen contiene su forma, y cada forma un contenido posible, siendo imposible escindir en el análisis crítico la relación entre forma y contenido de una obra.
Tomemos el caso del cine. Dice R. Bresson (1979: 11): “Hay dos clases de películas. Las que emplean los recursos del teatro y se valen de la cámara para reproducir, las que emplean recursos del cinematógrafo y se valen de la cámara para crear”.
El autor y director francés nos propone pensar que el cine se constituye como un lenguaje propio que tiene características esenciales, pero además, debemos decir, que contiene variables de estructura tales como: el mercado/ industria, el público/espectador, el contexto/historia, la crítica/opinión, lo político/ social, la ética/estética, lo artístico/comunicativo.
Se nos plantea entonces la problemática –que guarda relación con las discusiones históricas y de distinta perspectivas teóricas– con relación a considerar el cine como lenguaje, como dispositivo y como institución. No pretendemos resolver el problema en esta instancia. Sí intentar dejar expuesto que para una escritura crítica sobre el cine se debe enunciar un acercamiento a la complejidad que porta el cine como objeto de la cultura, en los interrogantes sobre las transformaciones del lenguaje fílmico en función de los avances tecno-expresivos.
Ser un lenguaje implica una morfología propia de la imagen, que a su vez es artística y requiere de los elementos no solo que posibilitan la comunicación, sino la construcción de sentido a través del arte. En una crítica de arte, sostenemos al cine como objeto polisémico que permite la expresión y la puesta en forma de relatos sociales y artísticos, lo que implica la razón y lo afectivo en el desarrollo de la comunicación. Pascal BonitzerPascal Bonitzer (1946). Crítico, guionista y director de cine francés. Ha trabajado en la revista Cahiers du Cínema, (Cuadernos de cine) emblemática publicación de la crítica francesa, y colaboró como guionista para Jacques Rivettes y Raoul Ruiz, entre otros. plantea: “La cuestión fundamental, es, más allá de la impresión de realidad, la del uso de las imágenes. Es una cuestión política importante pero también ética” (2007: 88).
La imagen porta un imaginario, pero el mismo es producto de relaciones y percepciones históricas que persisten en el mundo humano. En este sentido, el cine es creación, y para la creación son necesarios todos los elementos que la configuren como tal en la imaginación, y la tornen una posibilidad dentro de lo real.
No es un lenguaje que analizamos solo desde un punto de vista discursivo ni cifrado. No es nuestra tarea descifrar un mensaje (qué nos quiso decir el director, o de qué trata la película) sino ver cómo un film es puesto en forma constituyendo una poética de las cosas que lo convierte en arte.