Podemos definir al lenguaje crítico como interpretativo, racional, afectivo, imaginativo, perceptivo y político. De tal modo, que el lenguaje crítico se constituye
como elemento revelador, que edifica un conocimiento apacible y nuevo, exponiendo
las formas representacionales que circulan en la sociedad a través de
sus personajes, relaciones, obras y espacios, y propone una mirada política
sobre el mundo.
La eficacia del arte no consiste en transmitir mensajes, ofrecer modelos o contra-
modelos de comportamiento, o enseñar a descifrar las representaciones.
Consiste antes que nada en disposiciones de los cuerpos, en recortes de espacios
y de tiempos singulares, que definen maneras de estar juntos o separados.
(Rancière, 2010: 57)
En la escritura como elemento de la política, la sensibilidad se vuelve indispensable
tanto para aquel que produce objetos artísticos concretos, como para
aquel que los observa y constituye imaginarios a partir de su estimulación.
En este sentido, el lenguaje crítico entraña una conciencia y puesta en valor
de su potencialidad como elemento político no desde una “pedagogía de la
forma”, que como define Rancière, implica reconocer signos para una lectura
del mundo; sino desde un “régimen estético del arte” que configura una
percepción sensible que permite cuestionar, poner en tensión y transformar.
El territorio artístico, históricamente ha sido una fuente inagotable de conocimiento,
comprensión, denuncia y expresión, donde lo que se pone en juego
es la disputa por lo visible frente a lo no visible. Debemos decir entonces, que
analizar críticamente las obras de arte implica la reconstrucción de la memoria
en torno a cómo esas edificaciones conceptuales son elaboradas.
Reflexionar sobre la condición política del lenguaje crítico se configura
como el punto de partida para comprender el lugar del arte en el campo de
la política.
La crítica finalmente, la concebimos como una construcción de la memoria; entendiendo
a esta, como la zona de la condición humana en la que se deposita
su proyecto de futuro […] La comunicación, las estructuras informativas, las
organizaciones formadoras, las creaciones artísticas y las razones científicas,
así como las relaciones establecidas por los imaginarios simbólicos vinculados
a las creencias y a las exigencias de formas de conocimiento más amplias que
las expuestas, solo son posible si se valorizan en la perspectiva de una visión
que nos remita permanentemente al presente como reaseguro de la vigencia
del pasado y de la posibilidad de la constitución de un proyecto humano.
(Vallina, 2013)
Se recomienda leer: “Imágenes futuras del pasado. De las nervaduras electrónicas de los jóvenes a la reinterpretación de las visiones clásicas”. Entrevista a Carlos Vallina por Alfredo Alfonso y Leonardo Murolo. Revista Razón y Palabra. México. 2012.
Carlos Vallina (1940). Profesor y teórico del campo de la cultura en
su conjunto, siendo su modo de análisis uno de los más complejos
e interesantes que ha formado generaciones de jóvenes en su modo
de conocer y reflexionar sobre el arte, la comunicación, lo social y
lo político. En 1971 se consagra Licenciado en Cinematografía por
la UNLP, pero su pasión por el campo cultural se inicia desde temprano,
trabajando en bibliotecas y siendo un lector ávido, y cinéfilo
radicado en las salas de cine continuado que la ciudad de La Plata
ofrecía décadas atrás. Profesor de la Facultad de Bellas Artes desde
1972 hasta su cesantía en 1975.
En 1985 se incorpora la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social. Y en 1993 inicia y vence la lucha por la reapertura de la carrera
de cinematografía. En ambas unidades académicas desarrolla su
especialidad de realizador cinematográfico desde la perspectiva de la
producción audiovisual, la dirección, la crítica y la teoría de las prácticas
y lenguajes de la imagen.
La política aparece como un efecto de búsqueda de experiencia, un intento
de aproximación a la memoria, de encontrar el lenguaje para comprender e
interpretar la obra.
El lenguaje crítico busca modificar el régimen visible, permite pensar un
mundo estético, narrativo, poético, simbólico y tecnoexpresivo que propone
rumbos propios, y desarrolla una sensibilidad social y creativa necesaria para
un lenguaje vivo.
La escritura orientada a la crítica y el análisis sobre arte y tecnología
puede optar por diversas formas, por politizar las prácticas o practicar
la política desde el lenguaje mismo, por ubicar su mirada en los
medios masivos, o alternativos, por comprender al arte en su historia
y en su innovación, por definir al espacio como físico o virtual, pero
siempre en todas sus intervenciones, el crítico debe ser consciente de
que su palabra es pública.
Rancière, J. (2010), “Las paradojas del arte político”, en: El espectador emancipado, Bordes manantial, pp. 53-84.
Kaufman, A. (2012), “Sobre algunas escrituras de crítica política del lenguaje”, en: Pensamiento de los Confines, nº 28/29, Guadalquivir, UBA sociales, pp. 22-28.
López, M. P. (2012), “La crítica o los modos de aparición intelectual”, en: Pensamiento de los Confines, nº 28/29, Guadalquivir, UBA sociales, pp. 45-52.
Alfonso, A. y L. Murolo (2012), “Imágenes futuras del pasado. De las nervaduras electrónicas de los jóvenes a la reinterpretación de las visiones clásicas. Entrevista a Carlos Vallina”, en: Revista Razón y Palabra, México. Disponible en: <www.redalyc.org>