La actividad literaria le permite al crítico el acceso a dos cuestiones claves
en su formación:
El conocimiento
La experiencia
El acto de leer es, desde el inicio, una acción de descubrimiento doble, por
un lado el del lenguaje y sus formas, y por el otro el de los sentidos que se
expresan en el texto. Así el niño al aprender a leer conoce las letras, pero
también sus posibilidades de significación. La lectura, entonces, es una apertura
al mundo.
El crítico, como el niño, debe comprender el rol de la lectura como campo
posible de conocimiento en tanto saber sobre el lenguaje y el mundo, y experiencia
como acumulación y comprensión de sensibilidades, contextos, modos
e historias. De tal modo que la lectura no solo acerca al crítico al mundo, sino
que le permite la configuración de experiencias propias a partir de las experiencias
ajenas (personajes, autores).
La lectura entonces es una experiencia individual y colectiva, que nuclea
en el acto mismo de leer la potencialidad de un saber al que el crítico debe
estar alerta. La elección de los escritos, las formas de acceso a los mismos,
los autores y los diálogos con la historia, el contexto y entre textos, es un ejercicio
crítico necesario en cada obra que se aborde.
Decimos entonces, que la lectura es una experiencia, que como tal propone
un conocimiento, que del mismo modo que la creación artística, se da en el
orden de lo racional y de lo sensible. La escritura se une a esta acción, como
aquella que permite trasladar lo aprendido a otros textos e interpretaciones
sobre las obras y el mundo. Es decir, la lectura y la escritura para el crítico no
pueden ser campos escindidos.
Dice Ricardo Piglia:
Primera cuestión: la lectura es un arte de microscopía, de la perspectiva y del espacio
(no solo los pintores se ocupan de esas cosas). Segunda cuestión: la lectura
es un asunto de óptica, de luz, una dimensión de la física.
Para la escritura analítica sobre el campo del arte y la cultura, el crítico debe
ser como ese lector que Piglia describe en su narrativa: debe observar los
detalles, la perspectiva y los espacios donde la obra se produce, circula y se
exhibe; y debe formular una mirada sobre el objeto artístico que le permita el
desglose de la obra para su mayor comprensión.
Podríamos decir que el crítico se configura como un lector obsesivo, que
lee la totalidad del mundo, inclusive, los papeles rotos que encuentra en las
calles como Don Quijote de la mancha (1605), como sostiene el autor en “El
último lector” (2005).
[…] el lector moderno: vive en un mundo de signos, está rodeado de palabras
impresas […] en el tumulto de la ciudad se detiene a levantar papeles tirados
en la calle, quiere leerlos.
(Piglia, 2005: 20)
El crítico contemporáneo está inmerso en un mundo de signos que, agregamos
a la definición de Piglia sobre el lector, pueden ser impresos, digitales,
imaginarios, virtuales, orales, pictóricos, etcétera.
El deber del accionar crítico-analítico es descubrir, conocer y experimentar,
como en el acto de leer, la relación con esos objetos simbólicos que permiten
la visión del mundo y sus representaciones artísticas.
Preguntarse por la experiencia de la lectura es cuestionar el rol del intelectual,
no solo desde la práctica misma, sino en directa relación con la acción
de la escritura. En este sentido, Pierre Bordieu, en diálogo con Roger ChartierDiálogo entre Pierre Bordieu, sociólogo francés; y Roger Chartier, historiador francés. Ambos autores problematizan las relaciones entre el arte, la política y la literatura
europea, desde la perspectiva de la sociología y de la historia, que permite un cruce de miradas y perspectivas en torno a los usos socioculturales de la lectura como práctica intelectual e ideológica. El texto, publicado en forma de entrevista pertenece a una conferencia de ambos autores, que fue editada para el libro Pierre Bordieu. El sentido social del gusto (Siglo XXI, 2010)., problematiza en primer lugar la cuestión de la lectura como consumo cultural,
y en segundo orden las formas de leer según las obras que se aborden.
Así, Bordieu propone pensar los usos sociales de las lecturas y sus modos
de intervención crítica, a partir de la historia de la cultura, que permite tomar
conciencia de la función del lector como actor moderno.
[…] quisiera recordar la posición medieval, que me parece muy pertinente entre
el auctor y el lector. El auctor es quien produce, y cuya producción es autorizada
por las auctoritas, la del auctor, el que debe su triunfo en la vida a sí mismo,
célebre por sus obras. El lector, es alguien muy diferente, es alguien cuya
producción consiste en hablar de las obras de otros. Esta división que corresponde
a la del escritor y el crítico, es fundamental en la división del trabajo intelectual.
(Bordieu, 2010: 254)
Bordieu plantea la tensión que existe en términos históricos entre la figura
del autor y la del lector. Sin caer en la afirmación de “la muerte del autor” que
Roland Barthes ha sabido plantear en otros textos, sostenemos que la lectura
es un modo de escritura de la historia del arte en el oficio crítico.
También Barthes, y su exposición de la semiosis infinita de la relación entre
la obra y la crítica nos permite reflexionar en torno al papel de la lectura en
las definiciones del campo artísticoVéase G.1.2. La obra cómo crítica
- La crítica como obra.
Los modos de leer, así como necesarios para pensar los consumos culturales,
son claves para la configuración de un campo cultural, artístico y comunicacional.
Por eso, ante la propuesta de Bordieu sobre la diferencia entre
escritor y crítico, proponemos problematizar esa relación, en función de concebir
a este último como autor y lector, como un todo de la actividad crítica
que no puede ir cercenado.
La escritura y la lectura son dos variables de una misma acción: la de
la comprensión crítica del mundo.
La lectura se configura como acción del conocimiento y la experiencia.
Las formas posibles de dicha actividad se ligan a la escritura y los
fines de la comprensión del campo artístico comunicacional en su
estructura.
Tanto en la lectura, como en la escritura tradicional encontramos las
siguientes características:
Linealidad descriptiva en la escritura. Modo de lectura lineal
Orden secuencial lógico
Apertura y cierre del texto
En tanto en la escritura y la lectura digital podemos distinguir:
Intertextualidad descriptiva
Secuencialidad no lineal
Apertura del texto
Final abierto
¿Es posible esta diferenciación antes de la aparición de internet y las
nuevas tecnologías? ¿Funciona la novela, el cuento o la poesía como
anticipatorios en tanto a los modos de caracterización del rol del lector?
Es un desafío interesante reflexionar sobre los cruces posibles
entre la escritura y la lectura como puertas al mundo, y a los modos
de conocer a lo largo de la historia.
Se trata del tercero de un ciclo de cuatro programas especiales de clases
abiertas de Ricardo Piglia para analizar la obra de Jorge Luis Borges, en
una segunda producción conjunta entre la TV Pública y la Biblioteca
Nacional, emitida en 2013. En esta clase participan los escritores Mario
Ortiz y Luis Sagasti.
A partir del visionado de la tercera clase de Ricardo Piglia sobre J. Luis.
Borges, problematizar y escribir sobre los siguientes ejes:
La memoria y la lectura
La memoria y la experiencia
La figura del autor-escritor
La biblioteca y el lector
Tipos de lectores y lecturas
Pautas para la escritura:
4.000 a 5.000 caracteres
Letra Time New Romans 12, espacio 1 y ½.
Título
Hipótesis de inicio
TEXTO APARTE
Nota y entrevista sobre el estreno de Borges por Piglia (Página/12, 24/08/2013).
También me interesa la crítica en otros formatos
Por Silvina Friera
El arte de la conversación es un mundo de lenguajes en movimiento: gestos, interrogantes,
conjeturas, interpretaciones, emergen en la compleja trama de los imaginarios en
pugna. El oído se afina cuando habla un profesor descomunal que advierte sobre las tensiones
entre ficción y política, entre escritura y oralidad, entre información y narración.
Ricardo Piglia explora nuevos modos de encarar un corpus de textos inagotables –Amalia,
Una excusión a los indios ranqueles, Silbidos de un vago, Juan Moreira, Los lanzallamas y
Museo de la novela de la eterna– en constelación con otros; y reflexiona sobre los medios
de comunicación en relación con la literatura argentina en una serie de cuatro clases abiertas,
producidas conjuntamente por la Televisión Pública y la Biblioteca Nacional. ¿Qué
quiere decir interpretar un texto? Es una de las preguntas que surcan el itinerario de conversaciones que propone. No es la única. Piglia pone en juego un puñado de saberes y
lecturas con los que trabaja hace muchos años, en los cursos que dictó en la Universidad
de Princeton (Estados Unidos) y en los seminarios que impartió en la Universidad de
Buenos Aires. No es lo mismo la experiencia en un aula que en un estudio de televisión.
Lejos de ponerse al servicio de una lengua dócil y simplificadora, el autor de Respiración
artificial asume el riesgo de llevar enfoques propios –un estilo, un tono– sin mimetizarse
con la lógica de los procedimientos televisivos.
Maldonado,T. (2005), “Hablar, escribir, leer”, en Memoria y Conocimiento. Sobre los destinos del saber en la perspectiva digital, Gedisa Editorial, Madrid, pp. 51-82.
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<www.revistacontratiempo.com.ar>.