Iniciemos este punto con la propuesta de una escucha:
El lenguaje del habla, como expresión fonética tiene como principal característica la expresión del pensamiento en su forma más cruda. Es decir, las articulaciones que el lenguaje oral expresa posibilitan ordenar el pensamiento en una comunicación directa.
En la acción crítica, esta expresión del pensamiento debe dar cuenta de una argumentación que permita al que escucha ubicar la mirada en torno a la obra que el hablante está poniendo en escena.
La radio, pero también un aula, un escenario, o la web se constituyen como espacios donde la fonética y su estructura se definen como herramientas para el análisis crítico.
Del mismo modo que en la escritura gráfica o digital; la oralidad debe respetar ciertos parámetros o normas retóricas y conceptuales para transformarse en una crítica.
La cultura oral propone una experiencia de conocimiento que involucra ciertos saberes y maneras de articulación del saber. Además, sitúan lo dicho en la historia y proponen reglas que van mutando en la evolución de la sociedad. Los sonidos guturales del principio de la humanidad, hasta las diversas formas y estilos que encontramos hoy en día, nos permiten problematizar la función social del habla como proceso articulador de conocimiento, no solo desde la exposición del erudito o intelectual, sino también desde el arte como lenguaje oral del saber. Así la música, la canción, la poesía, o el teatro leído se configuran como prácticas propias donde el artista debe mantener las reglas que la oralidad le propone a cada disciplina específica.
La crítica como actividad cultural que dialoga con el campo artístico siendo parte activa del mismo debe constituirse en un espacio de desarrollo del lenguaje donde la modulación y la articulación del discurso hablado compongan ciertos códigos realizativos.
En principio, la crítica oral (que puede ser practicada en radios, espacios webs con imágenes, off de películas, discursos públicos, espacios áulicos) debe tener en cuenta:
Es necesario tener presente que el discurso hablado también se constituye como una escritura posible, ya sea en una exposición monolítica o en una entrevista como vínculo con el otro, o bien en una canción como contenido de la música.
La oralidad como lenguaje principal del ser humano, cuya posibilidad se instala desde el nacimiento en el funcionamiento de las cuerdas vocales, y que adquiere condición de lenguaje al relacionarse con el universo socio-cultural, es para el crítico, un material de trabajo tanto expresivo, como analítico. Siendo entonces su uso posible para el desarrollo de un análisis sobre una obra determinada, o bien su forma como objeto a ser analizado.