El crítico, como en todos los medios que habiliten su participación, cumple una función comunicacional que supera la mera descripción e información técnica, ampliando la mirada a una interpretación cultural sobre aquello que aborda. En este plano, la crítica en el campo digital, permite poner en tensión por un lado los lenguajes y soportes que se vienen desarrollando en relación con la propia historia de la tecnología; y por el otro elaborar nuevas formas de escritura a partir de las herramientas propias del campo digital.
La crítica entonces, propone un análisis sobre los sentidos socioculturales posibles en las relaciones que posibilitan las nuevas tecnologías pudiendo identificar cuatro ejes centrales:
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[…] creemos que la confluencia de las prácticas artísticas y las tecnologías electrónicas es extremadamente fértil. No solo porque las posibilidades de producción de formas visuales que proporcionan las tecnologías digitales de generación y tratamiento de la imagen (enriquecida por los desarrollos multimedia que acrecientan las posibilidades de su riqueza expresiva) son enormes, sino también porque sus potenciales de distribución al tejido social, superan por mucho, los otros canales más tradicionales. |
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(Brea, 2007: 172) |
La escritura crítica, en cualquiera de sus formas posibles, es creación, inventiva y audacia. ¿Cómo pensar entonces los recorridos de la crítica en el territorio del arte y la tecnología? En principio, sosteniendo a la audacia interpretativa como aquella que propone el diálogo en el campo específico desde las más variadas asociaciones posibles. Siendo la crítica también la potencialidad de una obra, es importante salir del lugar hegemónico de la alta cultura, y los modos escriturales que de allí se desprenden, para abrir el sentido hacia otras posibilidades que la tecnología viabiliza.
La función de la crítica debe estar atenta a ofrecer marcos de lectura intertextuales de las obras, que permitan al lector contemporáneo realizar su propia búsqueda de sentido estético. Es decir, la crítica puede ser pensada como una guía que acompaña la obra, pero en ningún caso la cierra, sino que por el contrario, la amplía.
La crítica debe entonces, ser ante todo una actividad comunicativa, que rescate los valores del presente, reconozca sus transformaciones y tradiciones; complejice el sentido de los lenguajes tecnológicos; valide y problematice las nuevas organizaciones del campo artístico.