La pregunta por la crítica como actividad perteneciente al campo del arte implica en principio desligarse de ciertos perjuicios vinculados a entender la realización de una crítica como acción negativa, para comprenderla más bien como operación de desarticulación y rearticulación de una obra para su interpretación.
La palabra crítica proviene del griego Kpíveiv –Krínein– que significa juicio o discernimiento, que se vincula con analizar, separar. Entonces, la actividad crítica implica establecer un juicio analizando y separando sus elementos para comprender la totalidad.
La crítica es uno de los elementos que configuran el campo del arte en el mundo y delimitan incluso el lugar de ciertas obras artísticas. Pero dicha actividad no puede ni debe estar aislada, sino en relación constante con los demás ejes de la cultura. De tal modo que la crítica solo puede ser válida en la medida en que se relacione con el contexto en el que la obra surge.
La crítica se incorpora al proceso de circulación de la obra e integra la circulación necesaria en la producción de sentido, ya que en una cultura entendida como una manifestación diversa, expandida y política, signada por referencias sociales, las artes son pares en los diálogos establecidos sobre el mundo.
La actividad crítica consiste en brindar herramientas para la interpretación sobre las representaciones que nos rodean utilizando no solo el juicio de valor o el gusto, sino la capacidad analítica del pensamiento que ubica al objeto analizado en su dimensión social, política, cultural, económica y estética.