El texto académico - Academic texts

Respecto a la introducción, Vázquez (2001) sostiene que:

El segundo elemento clave en la estructura de los textos académicos es la conclusión. Respecto del tema Vázquez, (2001) indica que:

Además, Vázquez (2001) explica que las conclusiones cerradas pueden presentar diferentes partes: una exposición de la idea principal, que suele ser la causa por la que se escribió el texto; un resumen de resultados; un resumen del texto donde se destacan las ideas principales expuestas; una evaluación de los resultados o las ideas centrales destacando su importancia y/o las repercusiones de las ideas expuestas.

Un tercer elemento imprescindible en todo texto académico es el apartado que contiene la bibliografía. Al respecto, Vázquez (2001) destaca que:

Hasta aquí, los elementos esenciales de todo texto, a excepción del desarrollo, que será trabajado, como se dijo anteriormente, en otra parte de este material. Cabe destacar hasta el momento que la estructura y organización de un texto aportan al lector información general sobre los contenidos, indicando, de esta forma, el tipo de lectura que deberá abordarse de acuerdo a los objetivos particulares del que lee. Por ello, el reconocimiento y análisis de la estructura y organización textual se convierten en una importante estrategia lectora.

En los próximos subapartados se presentan y analizan aquellos elementos del texto académico que aportan información sobre el tema central y los subtemas desarrollados en dicha bibliografía. Tales elementos son: la tapa, los índices, los glosarios y los datos de publicación. Estos forman parte de lo que Alvarado (2006) clasifica como paratextos.

En este punto, se puede sostener que los elementos descriptos a continuación deberían ser los primeros en analizarse al abordar bibliografía académica porque caracterizan al texto de manera general, guiando al lector en cuanto a la forma en que llevará adelante su lectura.

La tapa es aquella parte del texto académico que aporta información general sobre este y que sitúa al lector en el contexto de la lectura en cuanto al tema central desarrollado en el texto, por eso debería leerse en primera instancia. Además, según el tipo de texto, la tapa contiene el nombre del autor, la editorial, el año de publicación, el número de catalogación, etcétera.

La tapa forma parte de lo que Alvarado (2006) clasifica como paratexto. La autora comienza su libro El paratexto citando un fragmento de Jean, Hébrard, quien afirma:

Esta cita muestra cómo ciertos elementos estructurales del texto aportan a la concepción general que se tiene de él, situando al lector en el contexto de lectura.

Ahora bien, el primer elemento que el lector encuentra al tomar un libro de texto es su tapa o portada que Alvarado (2006) denomina como paratexto editorial. La autora al respecto sostiene:

Si bien la función principal del paratexto editorial es apelativa, ya que intenta atrapar el interés del público por la obra, en el texto académico el título que aparece en la tapa o portada refleja su tema general. Sobre esto, Alvarado (2006) afirma:

El índice de un libro académico es otro de los elementos que, como se vio con anterioridad, sitúan al lector en el contexto de la lectura y acotan el rango de contenidos generales sugeridos por el título de la tapa. Con respecto al índice, Alvarado (2006) sostiene:

Por otro lado, existen diferentes tipos de listados similares a los índices o tablas de contenidos, pero que organizan la información de otra manera y cuya función difiere de la del índice propiamente dicho. Alguno de ellos son el índice onomástico (listado de todos los nombres propios que aparecen en el texto), el índice por autores, los índices de mapas, figuras y tablas, entre otros. Al respecto, Alvarado dice:

Algunos textos académicos ofrecen, además, glosarios. Estos son listados de palabras técnicas ordenadas alfabéticamente, con su correspondiente definición o una breve explicación del uso del término en el contexto del tema de la bibliografía.

La mayoría de los libros presentan un sector con los datos de publicación que contiene información relevante para la atracción del público, como la serie, el autor y otras obras de interés. Los datos de publicación aparecen entre las primeras páginas inmediatamente luego del título.

En el caso del texto académico, la información relevante para el lector aportada en esta sección se relaciona con la fecha de publicación y con los derechos de autor, ya que informan sobre cuán actualizados están los datos contenidos en el libro y el tipo de permisos para copia, cambios, etc., que provee. Información no menor sobre todo para ciertos temas que se actualizan de manera vertiginosa en el contexto de las ciencias y la tecnología. Alvarado (2006) lo expresa de este modo:

Para la resolución de la primera actividad propuesta en esta unidad, donde se pide identificar los textos que forman parte de publicaciones académicas, se requiere que el estudiante utilice sus conocimientos previos acerca de los géneros discursivos.

Respecto de los géneros discursivos, su forma y función, el Diccionario de términos clave de ELE (Español como Lengua Extranjera) del Centro Virtual Cervantes) indica que:

La comprensión de los paratextos es un punto central para la lectura académica. En apartados anteriores se analizó el paratexto editorial: la portada y los datos de publicación. Ahora bien, ¿existen otros paratextos? ¿Cuáles son y cuál es su utilidad para la lectocomprensión de la bibliografía académica? Para Alvarado (2006):

En la imagen anterior se distinguen distintos elementos paratextuales. Alvarado (2006) los clasifica en paratextos “icónicos” y paratextos “verbales”. La autora sostiene que también “existen superposiciones que autorizarían a hablar de un paratexto mixto o icónico-verbal” en algunos casos.

En los siguientes apartados de esta unidad se analizarán las características de otros paratextos frecuentes en los textos académicos y su aporte a la comprensión lectora.

La bibliografía académica, por lo general, presenta sus contenidos organizados sobre la base de una estructura jerarquizada que va de lo general a lo particular, del todo a la parte. Para ello, el texto académico se vale de recursos paratextuales como la tipografía, la sangría y los títulos, que determinan, en gran medida, dónde comienza y dónde finaliza un tópico, dónde comienza y finaliza un subtópico.

En cuanto a su función, el tópico hace referencia al tema, idea, noción, curso o asunto del que se habla, escribe o investiga. En el contexto de la comunicación, el tópico es el centro de un debate, de una conversación o discusión, mientras que las formas discursivas que se desarrollan en torno del tópico son los comentarios.

Por otro lado, el subtópico designa aquellas entidades que se pueden asociar o relacionar con un tópico establecido o recuperable de un tema conocido. Los subtópicos son entidades novedosas porque son introducidas por primera vez en el discurso en el que aparecen y, al mismo tiempo, entidades conocidas pues dependen del contexto y se pueden reconstruir de otras entidades evocadas anteriormente en el discurso. El subtópico puede deducirse del contexto lingüístico, del contexto situacional o del conocimiento general que los interlocutores comparten.

La identificación de tópicos y subtópicos desde el inicio de la lectura aportará al lector un esquema acerca de los contenidos del texto que lo ayudarán a decidir, por ejemplo, si es necesario leer todo el libro, varios capítulos o solo algunos apartados.

Por lo general, la distinción entre tópico y subtópico se marca desde un primer momento a través de la tipografía y la tabulación. Es decir, los títulos se escriben con un tipo de letra y en un tamaño mayor que los subtítulos, que pueden escribirse en un formato de letra diferente y siempre más pequeña. Además, la sangría destinada a los tópicos, en los índices por ejemplo, es menor que la destinada a los subtópicos (véase las imágenes pertenecientes a este apartado).

Las imágenes son elementos paratextuales que aportan a la comprensión de los textos en general, independientemente del género al que pertenezcan; por lo tanto, cobran gran importancia al abordar la lectura académica. Pero ¿qué se entiende por imagen? Al respecto, Santaella y otros (2003) destacan:

Para los propósitos de esta unidad, se llamará imagen a todo objeto que se materialice como representación visual.

Por otro lado, en cuanto a las imágenes y su aporte a la comprensión lectora de textos académicos, los autores citados se refieren a la relación entre imagen, texto y contexto.

Es decir, las imágenes pueden interpretarse de muchas maneras diferentes dependiendo del contexto, del texto, de la persona, situación y otros factores que la rodean al momento de percibirla.

Santaella y otros (2003) explican que la imagen –en relación con el texto– puede utilizarse para tres casos. El primero, en el que la imagen simplemente complementa al texto, resultando redundante. En este caso la ventaja está dada por el uso de los diferentes potenciales de expresión semióticos de ambos medios. El segundo caso es cuando la imagen domina al texto, proveyendo más información que el texto mismo. Aquí la importancia radica en interpretar correctamente la información extra provista por la imagen. Y, finalmente, el caso en el que la imagen y el texto tienen la misma importancia, es decir, la imagen está integrada al texto, agregando información extra, resumiéndola, ejemplificándola, entre otras posibilidades.

Los cuadros, tablas y diagramas representan también paratextos significativos para la comprensión de la información provista por un texto académico. Estos paratextos se relacionan directamente con las técnicas de estudio, especialmente con las estrategias de comprensión lectora y las estrategias de síntesis y organización de la información.

Con respecto a la diagramación de la información, Micolini (2006) sostiene:

Por otro lado, la función principal de un cuadro sinóptico es contrastar, o sea, encontrar semejanzas y diferencias entre una o varias variables de un mismo tema.

Además, un cuadro sinóptico puede proporcionar una estructura global coherente sobre una temática y sus variadas relaciones. Para ello, se emplean diversos recursos, como las llaves, pueden tomar forma de diagramas o estar compuestos por filas y columnas a manera de tablas.

Por último, a través de un diagrama de bloques se puede representar gráficamente el funcionamiento interno de un sistema. Para ello se utilizan bloques que se unen expresando sus relaciones; además, se usan para definir la organización de todo el proceso interno, sus entradas y sus salidas.

Los capítulos de los textos académicos se estructuran a partir de algunas secuencias discursivas básicas. La estructura que presenta todo capítulo de un texto académico se puede sintetizar en los siguientes grandes componentes: a) la introducción, donde se expone de qué se va a hablar o se hace una breve reseña general sobre el tema; b) el núcleo, que desarrolla el tema del que se habla en detalle, y c) el cierre, que hace referencia a lo que se ha hablado en forma de resumen o conclusión.

Algunos capítulos de textos académicos incluyen, además, un listado de objetivos o conceptos que se deberían adquirir o dominar luego de haber abordado la lectura del capítulo, y preguntas de discusión que sirven para autoevaluarse al final de la lectura. También pueden presentar glosarios, bibliografía relacionada y otros paratextos que el autor crea necesarios para aportar a la comprensión de la información desarrollada.

En este apartado se desarrollarán las características fundamentales de los párrafos como unidades constitutivas de las diferentes secciones del capítulo, destacando aquellas cualidades significativas para la comprensión lectora.

Respecto al concepto de párrafo, Frías Navarro (2008) provee la siguiente definición, de la cual derivarán las características relevantes para esta unidad:

Por otra parte, Frías Navarro (2008) clasifica los párrafos de una forma útil,  que le permite el lector hacer hipótesis sobre los contenidos de cada uno de los párrafos del apartado que aborde y decidir  la importancia su en el proceso de su lectura. Es decir, para el autor existen cinco grupos de párrafos.

El primer grupo se centra en la función que cumplen dentro del texto. Entonces, los párrafos pueden ser introductorios, de desarrollo y de cierre. Los párrafos introductorios presentan el tema, orientando al lector sobre el contenido del texto. Los párrafos de desarrollo o de transición pueden ser párrafos retrospectivos, es decir, se refieren a información presentada en el texto con antelación, y párrafos prospectivos, que presentan información nueva. Los párrafos de cierre concluyen el texto generalmente a través de un resumen del mismo.

El segundo grupo se divide según el punto de vista que expresen y pueden ser subjetivos u objetivos. Es decir, el autor habla en primera persona, involucrándose directamente en el desarrollo del tema. O se presentan los planteamientos en forma impersonal o por la tercera persona, excluyéndose la subjetividad del autor.

Un tercer grupo puede clasificarse según el método de elaboración. Entonces, los párrafos pueden ser inductivos o deductivos. En el caso de los inductivos, las ideas se desarrollan o se presenta la información de lo particular a lo general, o de lo general a lo particular en el caso de los deductivos.

En cuarto lugar se pueden citar los párrafos analíticos y sintéticos, según el proceso de desarrollo. En el primer caso, se desarrolla el tema dividiéndolo en sus componentes, mientras que en el segundo se agrupan las partes en un todo unitario.

El quinto grupo se destaca según la estructura. Entonces, están los párrafos de ejemplificación, contraste, encuadramiento y paralelismo. En la ejemplificación se proveen demostraciones, ilustraciones o ejemplos. En el contraste se presenta “oposición de factores con relación al tópico tratado”. En el encuadramiento, “la oración que abre el párrafo da lugar a una explicación o precisión que, a su vez, conduce a una conclusión dentro del mismo párrafo”. Y el estructurado por paralelismo “desarrolla ideas concatenadas entre sí y caracterizadas por la ausencia de subordinación entre ellas”.

Para finalizar, Frías Navarro (2008) aclara que un párrafo puede ser mixto, es decir, poseer características de más de un grupo de la clasificación descripta anteriormente. Y también que hay párrafos funcionales que son unidades de corta extensión y no desarrollan una idea temática o tópico, sino que contribuyen al desarrollo de los otros párrafos del texto.

La oración tópico expresa la idea central única de un párrafo bien organizado. Su función es la de sustanciar la idea central del texto y, a la vez, unificar el contenido del párrafo organizando el resto las oraciones con un adelanto del subtema a ser abordado y su tratamiento.

Por lo general, al leer se observan las primeras oraciones en un párrafo con el fin de determinar su tema y perspectiva. Por eso, comúnmente, la oración tópico se encuentra al comienzo del párrafo. Sin embargo, existen casos en los que la oración tópico se encuentra luego de una oración de apertura, y otros en que puede encontrarse al final del párrafo, como cierre de una ejemplificación o enumeración previa.

En definitiva, la oración tópico funciona como eje que sostiene el tema central, la idea más general e importante de un párrafo. También se la conoce con el nombre de oración foco, ya que organiza el resto de las oraciones pertenecientes a un mismo párrafo. Puede situarse en cualquier lugar del párrafo, aunque en el texto académico a menudo aparece al principio. Por un lado, relaciona al párrafo con el tema central del capítulo o apartado y, por otro, define el alcance del párrafo mismo.

Al abordar la lectura de bibliografía académica online, una de las principales características a tener en cuenta es la nueva configuración del texto mediado por tecnologías, es decir, el hipertexto. Landow (2006) provee la siguiente definición:

Esto implicará que los estudiantes que aborden bibliografía académica online deberán tener en cuenta la diferencia sustancial con la forma de llevar a cabo la lectura con textos impresos, ya que, como sostiene Bianchini (2000):

La lectura hipertextual requiere habilidades lectoras diferentes de la lectura lineal. Por ejemplo, el lector debe seleccionar e integrar correctamente los textos generalmente dispersos y fragmentados, o profundizar su concentración ante las numerosas distracciones que pueden desdibujar los objetivos de la lectura. Al respecto, Ruiz de Zarobe (2011) explica:

Estas características de la lectura hipertextual confieren al lector la libertad de construir un texto que, sin embargo, puede desvirtuar completamente las intenciones del autor, desencadenando dificultades de lectura y desorientación. A su vez, las distintas fuentes compiten entre sí, lo que lleva al lector a desarrollar destrezas para juzgar rápidamente su valor y realizar un procesamiento paralelo de la información.

Por otro lado, el propósito educativo de la lectura online se sustenta básicamente en la capacidad multimedia del hipertexto. Esto permite el uso de ayudas para la comprensión textual y para la adquisición de vocabulario que combinan diversos modos de presentación de la información –audio, video, texto, imagen, etc.– y que facilitan la tarea del estudiante en su práctica de la lectura.

En el comienzo de esta unidad se planteó el desafío de identificar y caracterizar el texto académico desde su estructura general, pasando por su organización interna, para culminar en los detalles paratextuales como recursos útiles para la comprensión lectora.

Fue así que –desde un enfoque de lo general a lo particular– se fueron llevando a cabo cada uno de los análisis que proveyeron la descripción de aquellos elementos que se consideran esenciales a la hora de abordar bibliografía académica en inglés.

En este punto es importante recordar que antes de entrar de lleno en la lectura de cualquier texto académico, ya sea obligatorio, recomendado o de investigación, el análisis de su tipología discursiva y de sus paratextos situará al lector en el contexto de la lectura. Esto le permitirá organizar los contenidos, distinguiendo aquellos en los que deberá prestar mayor atención de aquellos que resultarán complementarios y hasta de los que deberá descartar.

Entonces, si se parte de un enfoque que va de lo general a lo particular, de afuera hacia adentro del texto académico, tenemos que empezar por destacar la importancia del paratexto editorial correspondiente a la tapa o portada. En él el lector encuentra tanto el tema general del texto, como su autor, editorial y, en ocasiones, el género de la obra (manual, journal, compendio, etc.), la serie a la que pertenece, subtemas o contenidos.

En segundo lugar, el lector debe hacer hincapié o en el índice de la obra o en los datos de publicación. El primero ofrecerá un panorama de los contenidos presentados por orden de aparición y jerarquizados por tópicos y subtópicos. A través del índice el lector selecciona aquellos temas que necesita abordar, infiere el enfoque hacia el tema en general postulado por el autor, se prepara para iniciar la lectura detallada según una estructura que esta sección le ofrece y sugiere. En los datos de publicación, por su parte, el lector corrobora la actualización de la información contenida en el libro y otros datos de su interés, tales como otras obras del autor, si algún dato ha sido modificado, revisado o quitado de la obra. Todo esto es información relevante que el lector utilizará para sus estudios y formación.

Una vez situado en los temas generales de la obra, el lector abordará cada una de sus partes teniendo en cuenta el mismo enfoque aplicado hasta el momento. Es decir, partirá del análisis del capítulo en general, su tema central, para luego focalizarse en las diversas partes, sabiendo que la información será anticipada en una introducción, desarrollada en un cuerpo o nudo y resumida o proyectada en una conclusión. Además, el lector podrá apoyar su comprensión en los glosarios y preguntas de discusión o ejercitación que los capítulos pueden incluir.

Luego, en el tratamiento de cada apartado en particular, el lector podrá apoyar su lectura con los paratextos tales como ilustraciones, mapas, gráficos, cuadros, tablas y cualquier otro elemento paratextual de los analizados a lo largo de esta unidad, los cuales lo ayudarán a clarificar, a resumir, a ejemplificar; en definitiva, a consolidar su comprensión del texto.

Finalmente, la unidad hizo hincapié en algunas diferencias esenciales entre la lectura lineal y la lectura hipertextual relacionada con la bibliografía académica. Al respecto, cabe destacar que el lector deberá desarrollar la competencia lectora en ambas modalidades pues, si bien la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a la esfera académica es cada vez mayor, la bibliografía pertinente aún sigue produciéndose en gran medida de manera impresa. Por ende, en lo que resta de este material didáctico, cada uno de los temas a desarrollarse abarcará tanto la bibliografía impresa como la bibliografía online y con ellos, las estrategias correspondientes para su abordaje.

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