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2. Mercado de trabajo, empleo y reconfiguración de la relación salarial

Objetivos

Se espera que al finalizar el estudio de la unidad las y los estudiantes hayan logrado:

  • Conocer las nuevas formas de trabajo y empleo que surgen como consecuencia de la reconfiguración de la relación salarial en el contexto contemporáneo.
  • Profundizar la comprensión de las actuales formas de trabajo asalariado, tercerización, autoempleo, trabajo precario e informal, así como los conceptos de desempleo y subempleo.
  • Analizar las particularidades del mercado de trabajo en la actualidad en Argentina y América Latina.

Introducción

Bienvenidos y bienvenidas a la segunda unidad de nuestra carpeta de trabajo. En su desarrollo, analizaremos primero en el apartado 2.1 la reconfiguración laboral a partir de la década de 1970, dando continuidad a lo abordado en la Unidad 1. A continuación, en el apartado 2.2 presentaremos y analizaremos los principales conceptos vinculados al mercado de trabajo, con el objetivo de poder identificar las nuevas formas de trabajo y empleo en el contexto actual a partir de la reconfiguración de la relación salarial; en ese sentido profundizaremos en los conceptos de trabajo asalariado, empleo, desempleo, tercerización, autoempleo, trabajo precario e informal. En el apartado 2.3 compararemos las modalidades de producción, distribución y consumo en Argentina y América Latina de los últimos años. Luego, continuaremos la unidad analizando la situación de dos grupos sociales que presentan mayores vulnerabilidades laborales en relación con el mercado de trabajo, las mujeres, en el apartado 2.4, y las y los jóvenes en el apartado 2.5.

2.1. Reconfiguraciones laborales a partir de la década de 1970

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Iniciamos la Unidad 2 retomando algunos de los puntos analizados en el apartado 1.3 de la Unidad 1, con el objetivo de conocer las nuevas formas de trabajo y empleo en el contexto contemporáneo, la importancia de los modelos de acumulación taylorista-fordista y las transformaciones del mundo del trabajo a partir de la crisis de 1970 hasta la actualidad.

Para recapitular esos puntos, resultan interesantes los aportes del economista y politólogo alemán Joachim Hirsch (1999), quien caracteriza el modelo fordista como una estrategia de acumulación basada en la producción en masa. Tal estrategia se concretaba a partir de la ampliación del mercado interno, estimulado por el consumo de la clase trabajadora, que era integrada en este modo de acumulación sobre la base del pleno empleo y los derechos sociolaborales adquiridos.

Como afirma Hirsch, el reconocimiento de los sindicatos y la expansión del Estado de bienestar –en tanto actor económico y garante de derechos sociales– complementaban el modo de acumulación fordista. Con sus matices y singularidades, ese modelo se expandió en los países centrales en las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial; y, si bien no alcanzó una implementación similar en la periferia, marcó la impronta general de los debates y las políticas relacionados con el desarrollo en todo el mundo occidental durante dicho período (Hirsch, 1999).

En particular, algunos países latinoamericanos llevaron adelante estrategias de sustitución de importaciones, logrando cierto nivel de industrialización, principalmente en Argentina, Brasil y México.

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Audiovisual
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Recomendamos ver los siguientes videos, para profundizar en el contexto y las estrategias de sustitución de importaciones que ocurrieron en Argentina.

Ciclo Industria nacional, canal Encuentro. “El modelo de industrialización por sustitución de importaciones. Primera etapa” (duración: 00:26:00).


“El modelo de industrialización por sustitución de importaciones. Segunda etapa” (duración: 00:26:00).

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Asimismo, en Argentina y otros países de la región se proyectaba una sociedad relativamente integrada en torno al empleo asalariado, con una distribución equitativa de la riqueza y una organización colectiva importante de la clase trabajadora, que había conquistado beneficios sociales en salud, educación, jubilaciones, derechos laborales, etc., los cuales debían ser garantizados por el Estado.

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Cita
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Se constituía la sociedad salarial, en la que el empleo de tiempo completo y duración indeterminada, con protecciones legales y buenas remuneraciones se convertía en el dispositivo clave del ingreso y conformaba la dimensión social de la ciudadanía de la que había hablado Marshall (Nun, 2001). En definitiva, una sociedad salarial no es simplemente una sociedad donde la mayoría de los trabajadores son asalariados sino una sociedad del pleno empleo, crecientemente homogénea, donde el trabajo asalariado brindaba status, dignidad y protección y donde aparecía un nuevo tipo de seguridad ligada al trabajo (Castel, 1995) (Iriarte, 2005: 2).

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Esa época de oro del capitalismo (1945-1973) mostró señales de agotamiento a partir de los años 70, en un marco de crecientes pujas distributivas entre las clases capitalistas y asalariadas, y entró en crisis a partir del incremento de los precios internacionales del petróleo en el año 1973, tema que ya hemos analizado en la Unidad 1 de esta carpeta. En la disputa de sentidos por el significado de la crisis, se impuso la visión de que el Estado era ineficiente, que generaba distorsiones en el mercado y que sus errores se debían corregir. En consecuencia, y aun cuando en muchos países de América Latina dicho Estado de bienestar no llegó a constituirse como tal, los diferentes golpes militares que se produjeron a partir de ese período instauraron políticas de corte neoliberal que se correspondieron con las tendencias de un nuevo patrón de acumulación vinculado a la financiarización y globalización económicaN .

Los gobiernos conservadores que llegaron al poder a nivel mundial –de la mano de políticas neoliberales–, en las décadas de 1970 y 1980, junto a las nuevas características del modo de producción capitalista –basadas en la deslocalización e informatización de la producción–, sumados a la posición cada vez más dominante de las empresas multinacionales y el predominio del capital financiero, marcan un quiebre en relación con el período anterior y ponen en crisis la sociedad salarial y la forma estatal que la sustentaba. En tal sentido, desde una mirada crítica, Hirsch sostiene que la globalización es la respuesta a la crisis fordista:

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La globalización es en esencia un proyecto capitalista en la lucha de las clases. No es un mecanismo “objetivo” ni menos un desarrollo político cultural propio, sino una estrategia política. Lo que podemos derivar de la globalización es, en todos los sentidos, la vigencia del viejo capitalismo, es decir, una sociedad de clases que se basa en la explotación del trabajo vivo. Al mismo tiempo, sin embargo, se trata de una forma completamente nueva de capitalismo, con relaciones de clase radicalmente modificadas, con un nuevo significado de política y un papel completamente distinto del Estado (Hirsch, 1999: 102).

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La globalización, que suele situarse en los años 90, luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior desmantelamiento del bloque soviético y el comunismo, trajo aparejados cambios en la configuración del empleo y la relación salarial. El especialista argentino en estudios del trabajo Julio Cesar Neffa (1999) –uno de los autores de lectura obligatoria de esta unidad–, señala una crisis del empleo asalariado en su forma clásica, cuya consecuencia son tendencias estructurales que incluyen un deterioro del empleo protegido y estable, un aumento del desempleo estructural y del trabajo precario, un menor peso relativo de los salarios directos sobre el costo total de producción, la disminución del empleo industrial y el incremento de las actividades terciarias y de servicios.

También se verifica el crecimiento de las actividades de producción externalizadas o tercerizadas, es decir, los bienes y servicios que antes eran desarrolladas por las propias firmas ahora se producen por fuera de estas (Neffa, 1999), fenómenos que ya se señalaron al final de la Unidad 1, cuando estudiamos las transformaciones socioproductivas que implicó el posfordismo y la acumulación flexible.

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Cita
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El panorama cambió significativamente en el último cuarto de siglo, cuando la inflación desplazó al empleo como preocupación dominante de los gobiernos, mientras avanzaban tanto los procesos de automatización de la industria y los servicios como la recesión económica, generándose un aumento considerable de la desocupación y la subocupación. Algunos autores, como Gorz y Dahrendorf, empezaron a plantear la problemática del “fin del trabajo”. Era la crisis de la sociedad salarial y del trabajo asalariado como pilar de cohesión social. Como señala Nun, (Nun, 2001: 268): “lo que se halla en juego en este caso es la idea del fin del trabajo asalariado, estable y bien remunerado como perspectiva real y alcanzable por una parte de la mano de obra disponible” (Iriarte, 2005: 3).

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La presión de los intereses internacionales, articulados en el Consenso de Washington, impulsó programas de ajuste y achicamiento del Estado a partir de la disminución del gasto público, la desregulación de los mercados y la apertura de las economías nacionales al mercado internacional.

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Actividad 2.1.
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En 1989 se celebró el Consenso de Washington, que consistió en un encuentro de ministros de Economía de diversos países latinoamericanos y representantes de organismos financieros internacionales, y que estuvo organizado por el Gobierno de Estados Unidos. En ese encuentro se presentó un documento con una serie de recomendaciones de reformas políticas y económicas.

  1. Busque en Internet cuáles fueron las principales recomendaciones de política económica.

  2. Indique cuáles de esas recomendaciones fueron tomadas por el gobierno argentino en la década de 1990. La ilustración muestra los logotipos de la Organización de las Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, arriba de un barco que se hunda y que representa a la sociedad.
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Esta línea política se intensificó en los años 90, generando cambios regresivos en el mercado de trabajo, a partir de reformas legislativas que tuvieron como consecuencia el aumento de los índices de desempleo y de precarización laboral.

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Leer con atención
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En este marco, el sociólogo francés Robert Castel –a quien ya hemos hecho referencia– sostiene que las transformaciones en el mundo del trabajo llevan al agotamiento del “empleo clásico”, característico del capitalismo industrial. Afirma que el empleo asalariado, si bien continúa predominando, muta decididamente sus prerrogativas, marcando el pasaje de una sociedad de pleno empleo a una marcada por la plena actividad precarizada. Dicho pasaje se produce por el aumento del desempleo como fenómeno estructural del capitalismo globalizado y el crecimiento del empleo precario e inestable (trabajo a tiempo parcial, tareas temporarias, contratos de locación de servicios, encu briendo relaciones laborales, etc.) (Castel, 2009).

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En definitiva, se abrió un escenario sociolaboral desigual y heterogéneo, en el que coexistirán situaciones de precariedad laboral, diferenciación de tareas, adaptabilidad y polivalencia del trabajo (cada trabajador puede realizar diversas tareas). Se dará una fragmentación entra las y los trabajadores que gozarán de altas remuneraciones y esquemas vinculados al empleo clásico, por un lado, y quienes accederán a trabajos precarios, por otro. Asimismo, el Estado se retirará de su función de regulador, reivindicando la función del mercado como asignador de trabajo, y generado terribles consecuencias para las y los trabajadores que se verán desprotegidos y excluidos del sistema.

La ilustración representa a los trabajadores en una situación vulnerable, en el aire y sujetado a sogas que están a punto de cortarse.


A su vez, la globalización excluyente y las políticas neoliberales implicaron también transformaciones en los territorios y las comunidades. Entre otras, mayor exposición y vulnerabilidad externa a los flujos globales de capital, más competencia entre territorios para atraer inversiones, incremento de la fragmentación y la desigualdad entre regiones y dentro de cada una de ellas (Altschuler, 2008). Entre sus efectos se destacan el aumento de las desigualdades y la exclusión social a nivel planetario, creciente mercantilización de la vida y fragilización de los vínculos humanos, junto con una consolidación del consumismo y de los procesos de degradación ambiental.

2.2. Abordaje conceptual del mercado de trabajo

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En este apartado abordamos los principales conceptos utilizados para analizar el mercado de trabajo. Nos servirán de guía para comprender cómo se ha modificado en los últimos años su composición en Argentina y América Latina, a raíz de la adopción de diferentes modalidades de producción, distribución y consumo, cuestión que trataremos en profundidad en los próximos apartados de la unidad.

A continuación, mencionamos algunas de las definiciones que adopta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su tesauroN.

El mercado de trabajo se define como sigue: “Sistema consistente en establecer a los empleadores como compradores y los trabajadores como vendedores, con el propósito de correlacionar las vacantes de trabajo con los aspirantes o candidatos para establecer los salarios” (OIT, Tesauro). Es decir, las y los trabajadores son quienes ofrecen su fuerza de trabajo, y los propietarios de los medios de producción demandan la mano de obra necesaria para resolver las necesidades socioeconómicas.

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Leer con atención
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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue fundada en 1919, en el marco del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial. En el año 1944, en la Declaración de Filadelfia se afirma que el trabajo no es una mercancía y se establecen los derechos humanos y económicos fundamentales que los Estados deben respetar. En el año 1946 la OIT se convierte en el primer organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La OIT está conformada de manera tripartita, reuniendo a gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados miembros. En su estructura tripartita los trabajadores, los empleados y los gobiernos tienen el mismo derecho a voto en las deliberaciones de los órganos principales. Los objetivos centrales de la OIT son promover los derechos laborales, fomentar oportunidades de trabajo decente, mejorar la protección social y fortalecer el diálogo al abordar los temas relacionados con el trabajo.

La Secretaría de la OIT tiene su sede en Ginebra, Suiza, la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) se reúne una vez al año para adoptar nuevas normas internacionales de trabajo y para aprobar el programa y presupuesto de la OIT.

Isologotipo de la Organización Internacional del Trabaja

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Neffa menciona que, en oposición a lo que postula la teoría neoclásica, la oferta y la demanda de fuerza de trabajo no son variables totalmente independientes, y que el volumen de empleo se explica por el ciclo de productividad: “el empleo es el resultado del cociente entre la producción y la productividad; ahora bien, si varían la productividad o el nivel de la producción, cambia por consiguiente el volumen de empleo” (1999: 17).

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Julio César Neffa es licenciado en Economía Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Diplomado de l’Ecole nationale d’administration (ENA) de Francia. Diploma del Tercer Ciclo del Institut d’etudes du développement économique et social (IEDES), Universidad de Paris I. Doctor en Sciences Sociales du Travail (especialidad Economía) de la Universidad de Paris I. Investigador Superior del Conicet en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), en el programa “Trabajo y empleo urbanos”. Profesor de las facultades de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata y de la UBA, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y del Diploma Superior en Gestión y Control de Políticas Públicas de Flacso Argentina. Sus principales líneas de investigación son: economía del trabajo y del empleo, procesos y organización del trabajo, condiciones y medio ambiente de trabajo, relaciones de trabajo, teoría de la regulación, economía del desarrollo y economía de las innovaciones científicas y tecnológicas. Autor de numerosos libros, cuenta con una trayectoria reconocida tanto nacional como internacionalmente.

Fotografía de Julio César Neffa

2.2.1. Trabajo asalariado, tercerización y autoempleo

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A continuación, presentamos las definiciones de algunos conceptos que se utilizan para analizar el mercado de trabajo. Definiremos qué se entiende por “actividad”, distinguiendo entre trabajo y empleo, lo cual nos permitirá retomar los conceptos vistos en la Unidad 1.


Empleo, trabajo asalariado y autoempleo

Neffa (1999) menciona que la actividad es un concepto amplio que no necesariamente se refiere en forma exclusiva al trabajo, siendo este último un tipo de actividad indisociable de la vida humana, en la cual se desarrollan o involucran todas las dimensiones de la personalidad de la y el trabajador. El trabajo convierte a las personas en seres humanos trascendentes, siendo para el autor las dimensiones subjetivas, intersubjetivas, afectivas y relacionales las que fundamentan el origen de los derechos de las y los trabajadores. Así, define al trabajo como: “[…] una actividad coordinada de hombres y mujeres, orientada hacia una finalidad específica, que es la producción de bienes y servicios que tengan una utilidad social” (Neffa, 1999: 11).

La OIT, por su parte, da en su tesauro la siguiente definición de trabajo: “Conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes o servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos”.

Veremos que, en el texto obligatorio de la unidad, Neffa (1999) aborda la importante diferencia entre trabajo y empleo, entendiendo que no todo trabajo es empleo, siendo este último el que se define como sigue:

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[…] una relación que vincula el trabajo de una persona con una organización dentro de un marco institucional y jurídico que está definido independientemente de aquella, y que se constituyó antes de su ingreso en la empresa […] Es una relación laboral que permanece en el tiempo y tiene un carácter mercantil, pues se intercambia por un salario asignado individualmente; goza de ciertas garantías jurídicas y de la protección social y está normatizado mediante una clasificación resultante de reglas codificadas en los estatutos profesionales o en los convenios colectivos de trabajo (Neffa, 1999: 12).

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El concepto de trabajo, entonces, es mucho más amplio que el de empleo, siendo este una entre otras formas sociales e históricas que asume el trabajo. Esta cuestión se aprecia con claridad en relación con el trabajo llamado reproductivo, de cuidados o doméstico, como veremos en el apartado 2.4, que si bien es una forma de trabajo no constituye un empleo, ni es remunerado.

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Lectura obligatoria
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Neffa, J. C. (1999), “Actividad, trabajo y empleo: algunas reflexiones sobre un tema en debate”, Orientación y Sociedad, vol. 1, pp. 127-162. Disponible en: https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2956/pr.2956.pdf

Texto

En la cita textual anterior, podemos ver que se menciona también el salario. El empleo o trabajo asalariado, por lo tanto, es aquel que va a contar con garantías legales y de protección social, lo que en cada país estará regulado por los marcos jurídicos nacionales. El salario es, entonces:

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Cita
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[…] la remuneración o ganancia, sea cual fuere su denominación o método de cálculo, siempre que pueda evaluarse en efectivo, fijada por acuerdo o por la legislación nacional, y debida por un empleador a un trabajador en virtud de un contrato de trabajo, escrito o verbal, por el trabajo que este último haya efectuado o deba efectuar o por servicios que haya prestado o deba prestar (OIT, 1949, artículo 1).

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Dibujos que representan derechos de quien trabaja: jornada limitada, descanso y vacaciones pagas, etcétera.

Imagen recuperada de: http://www.periodistasenlared.info/enero08-08/nota3.html [Consulta: 8/2/21].

Por ejemplo, en Argentina el trabajo asalariado se encuentra regulado por la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo, que en su artículo 4° lo define como toda actividad lícita prestada a otro a cambio de una remuneración, entendida esta como una relación de dependencia entre las partes.

Las expresiones trabajado asalariado, trabajo remunerado o empleo remunerado se utilizan indistintamente en algunos textos, teniendo como punto en común la remuneración como parte de una prestación establecida en un contrato laboral en relación de dependencia.

Por otra parte, es importante señalar que la OIT considera al empleo en forma más amplia, entendiéndolo como: “Trabajo efectuado a cambio de pago. También se refiere al número de personas bajo un régimen de autoempleo o empleo remunerado” (OIT, Tesauro).

Respecto de esta última definición, conviene esclarecer qué se entiende por autoempleo. El concepto se empieza a utilizar con bastante frecuencia desde la década de 1990 –dado el contexto de fuerte desempleo que deriva en diversas iniciativas de cuentapropismo y emprendedorismo– y, como veremos en el apartado 2.3, actualmente se lo incluye en diferentes indicadores que analizan el mercado de trabajo. Así, en la Clasificación Internacional de la Situación en el Empleo (CISE), la OIT define el autoempleo o empleo independiente como:

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Cita
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[…] aquellos empleos en los que la remuneración depende directamente de los beneficios (o del potencial para realizar beneficios) derivados de los bienes o servicios producidos (en estos empleos se considera que el consumo propio forma parte de los beneficios). Los titulares toman las decisiones operacionales que afectan a la empresa, o delegan tales decisiones, pero mantienen la responsabilidad por el bienestar de la empresa. (En este contexto, la «empresa» se define de manera suficientemente amplia para incluir a las operaciones de una sola persona) (OIT, 2001, apartado III.7).

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El concepto de autoempleo es adoptado por distintas posturas económicas, las que en algunos casos resaltan los diferentes valores del emprendedorismo individual, en un contexto donde el empleo asalariado empieza a decaer en las estadísticas mundiales. Como veremos en la Unidad 3, la economía social y solidaria revaloriza esta actividad, vinculada a lo que desde esta perspectiva se denomina economía popular, sobre la base de la resignificación y la promoción del componente asociativo y colectivo de las experiencias laborales y socioeconómico-productivas.

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A continuación, presentamos dos gráficos elaborados por la OIT, en su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Tendencias 2020, en los que se pueden identificar la cantidad de personas que cuentan con un empleo en el mundo y cómo se compone el dato sobre personas con empleo.

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Figuras 2.1. y 2.2.

Situación global del empleo

Población en edad de trabajar: 5700 millones; con empleo, 57% y 39% al margen de la fuerza de trabajo, etcétera.

Nota: Las personas subempleadas por insuficiencia de horas son personas con empleo que trabajan menos horas que en una alternativa de empleo más deseable a la que están dispuestas a acceder y para la cual se encuentran disponibles. La fuerza de trabajo potencial se compone de personas que buscaban trabajo activamente y, pese a no estar disponibles para empezar en la semana de referencia, lo estarían en un plazo breve (solicitantes de empleo no disponibles), o que no buscaban trabajo de manera activa, pero deseaban trabajar y tenían disponibilidad en la semana de referencia (solicitantes de empleo potenciales disponibles). Los jóvenes con empleo pueden estar simultáneamente estudiando o formándose.
Fuente: ILOSTAT, estimaciones modelizadas de la OIT, noviembre de 2019
Fuente: OIT (2020b: 21).


Composición del empleo a nivel mundial

Algunos datos: 53% reciben un salario; 34% cuentapropistas; 11% trabajadores familiares; 2% empleadores.

Nota: Las estimaciones sobre la informalidad se refieren a 2016. Se da por hecho que la tasa de pobreza extrema (ingresos diarios per cápita inferiores a 1,90 dólares de los Estados Unidos, en términos de PPA) y de pobreza moderada (ingresos diarios per cápita de entre 1,90 y 3,20 dólares de los Estados Unidos, en términos de PPA) es equivalente a cero entre personas con empleo en América del Norte, países europeos de renta alta (incluidos los países de la Unión Europea), el Japón, Australia y Nueva Zelandia.
Fuentes: ILOSTAT, estimaciones modelizadas de la OIT, noviembre de 2019; OIT, 2018b.

Fuente: OIT (2020b: 21).

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Desempleo

Otro de los conceptos centrales para analizar el mercado de trabajo es el de desempleo. Neffa (1999), en la bibliografía obligatoria de la unidad, se refiere al desempleo y explica cómo la forma de medirlo se ha modificado a lo largo de la historia.

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Cita
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La desocupación es entonces una categoría estadística relativamente reciente que se ha construido socialmente en los países desarrollados, pues no existía en los primeros censos nacionales de población ni en los censos nacionales económicos hasta finales del siglo pasado. Sólo se vinculaba la noción de desocupación a las categorías de la fuerza de trabajo que antes de ese registro eran asalariados. No era el caso de quienes trabajaban en las empresas familiares, ni a domicilio, pues cuando se interrumpían esas actividades y por consiguiente dejaban de percibir ingresos, no se consideraba que estaban desempleados. Mientras se esperaba una nueva fase expansiva del ciclo, se procedía internamente al reparto de los recursos acumulados disponibles sin que se requiriera efectuar un trabajo equivalente en contrapartida (Neffa, 1999: 14-15).

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Por su parte, la OIT, en su tesauro, da la siguiente definición de desempleado: “Toda persona que no posea un empleo remunerado o independiente, que esté disponible para trabajar y que esté en busca de empleo”.

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Para ser considerado estadísticamente como un desocupado, según la definición propuesta por la OIT, las personas deben reunir las siguientes condiciones:

  • Estar sin empleo, es decir no haber ejercido un trabajo remunerado, aunque fuera durante una sola hora en la semana de referencia –generalmente la anterior al momento de la encuesta–;

  • Estar disponible para trabajar, es decir tener una actitud favorable respecto del trabajo y ser apto para ello;

  • Estar buscando activamente un empleo.

(Neffa, 1999: 16).

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En Argentina, y en línea con esta definición, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) considera para su Encuesta Permanente de Hogares (EPH)N como población desocupada a toda persona que, no teniendo ocupación, está buscando activamente trabajo y está disponible para trabajar. Esta información permite analizar el mercado de trabajo e identificar la evolución de diferentes indicadores, como la tasa de empleo, la tasa de desocupación y la tasa de actividad, entre otros.

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Actividad 2.2
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Localice el informe técnico del último trimestre de la Encuesta Permanente de Hogares, en el sitio web del Indec:

https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-31-58

  1. Identifique cuáles son los valores de tasas de actividad, empleo, desocupación y subocupación del último trimestre.

  2. Redacte un informe lo más completo posible que compare los siguientes datos con los que figuran actualizados en el informe y analice su evolución. Logotipo del Instituto Nacional de Estadística y Censos, República Argentina

    “En el tercer trimestre de 2020, la tasa de actividad se ubicó en 42,3 %; la tasa de empleo, en 37,4 %; y la tasa de desocupación en 11,7 %. La tasa de actividad (TA), que mide la población económicamente activa (PEA) sobre el total de la población, alcanzó en el tercer trimestre del año el 42,3 %. Aunque se mantuvo 4,9 puntos porcentuales (p.p.) por debajo de igual trimestre de 2019, la TA exhibió una suba de 4 p.p. frente al trimestre anterior, explicada fundamentalmente por un incremento en la cantidad de ocupados. Si bien la tasa de empleo (TE) –la proporción de personas ocupadas con relación a la población total– subió 4 p.p. con respecto al trimestre anterior, continuó mostrando una caída de 5,2 p.p. en la comparación interanual”.

    Fuente: Encuesta Permanente de Hogares. Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos (17/12/20).

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Neffa (1999), siguiendo a Jacques Freyssinet, plantea que se pueden dar algunas superposiciones entre actividad, desempleo e inactividad. Por ejemplo, en personas que no están disponibles para trabajar por transitar alguna de las siguientes situaciones: jóvenes desocupados que están realizando alguna formación y que no están disponibles para trabajar, o personas desocupadas que están enfermas. O quienes forman parte de la población económicamente inactiva (PEI) y no son contemplados en la estadística de desempleo, así como aquellas personas que cuentan con una ocupación que es menor a la jornada laboral considerada como normal o promedio.

El último caso mencionado se denomina subempleo, que se manifiesta cuando las horas de la persona ocupada son inferiores a la duración de la jornada legalmente establecida. Esta definición se enmarca en lo que la OIT ha definido como subempleo visible, entendiendo que también existe la categoría de subempleo invisible, es decir, aquel que se verifica “[…] cuando los trabajadores ocupados tienen una productividad y un salario relativamente bajo, o cuando como consecuencia de la organización del proceso de trabajo o de las condiciones del mercado, no pueden utilizar todas sus calificaciones […]” (Neffa, 1999: 17).


Tercerización

La tercerización o subcontratación, como hemos visto en la Unidad 1, es el resultado de la introducción de innovaciones tecnológicas y organizacionales que se traducen en modalidades más flexibles de gestión de la mano de obra, ubicándose en el contexto de los cambios del régimen de acumulación capitalista. Se generaliza a partir de los años 70 y se profundiza en un contexto internacional que va a seguir las directivas del Consenso de Washington. De esta forma, mediante la tercerización o subcontratación la empresa principal reduce sus costos laborales, y transfiere el riesgo de la contratación del personal siendo la empresa subcontratista o tercerizada la que se hace cargo de tales costos (Neffa, 2013) (ver Figura 2.3).

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La tercerización, o subcontratación, consiste en el encargo o la entrega de una determinada actividad periférica, eventual o secundaria, de una empresa principal para ser realizada de manera autónoma, por una empresa subcontratada bajo su propia responsabilidad, especializada, cuya producción de bienes o de servicios no constituye el corazón de la empresa principal en cuanto a la generación del valor agregado y que no puede ser reconocida de hecho como proveedora de mano de obra. Pero la actividad de ésta, aunque es jurídicamente independiente, está económicamente subordinada pues se desarrolla dentro o fuera de la firma principal, tomando en cuenta las exigencias en materia de cantidad y calidad del producto, precios acordados, plazos de entrega, los problemas relacionados con la exclusividad total o parcial en cuanto a la generación del producto y la marca de fábrica (Neffa, 2013: 15).

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Figura 2.3.
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Esquema de subcontratación

Tipo de vínculo entre empresa contratante y contratada, y trabajador

Palomino (2004: 19).

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La tercerización se caracteriza por la reducción del porcentaje de trabajadores en empleos estables. Esta forma de contratación genera situaciones de precarización laboral en donde la inseguridad sobre la fuente de trabajo, y la fragilidad de los derechos de las y los trabajadores que son contratadas por empresas subcontratistas, dará cuenta de un contexto que profundizará las nuevas formas de gestión de la fuerza de trabajo, cada vez más precarias.

2.2.2. Trabajo precario e informal

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Como hemos visto en la última parte de la Unidad 1, la crisis de los años 70 generó un conjunto de efectos adversos cuya consecuencia hoy se expresa en una multiplicidad de aspectos productivos, técnicos y sociales, y en un proceso de transformación en las estructuras del empleo. La transformación de tales estructuras deteriora las condiciones de trabajo, lo que provoca una fragilidad e inestabilidad que pondrá en evidencia la desprotección de las personas que se encuentren en situaciones de acceder a trabajos precarios.


Se trata de un contexto laboral caracterizado por altos niveles de desprotección, en donde para asegurar las fuentes laborales se negocian condiciones cada vez más desventajosas, bajo situaciones precarias. Así, el mercado laboral va a excluir a la fuerza laboral, y a aumentar la brecha entre aquellos que pueden acceder a un empleo asalariado tradicional y aquellos que solo podrán optar por trabajos precarios en un escenario de altos índices de desocupación.


Trabajo precario

En contraposición con el empleo tradicional asalariado que hemos descripto en la Unidad 1 y en el apartado anterior, entendiéndolo como aquel que goza de los beneficios y la seguridad laboral, el empleo precario es aquel que no cuenta con los mismos derechos. Sobre este punto se encuentran dos posturas. Por una parte, la postura sociológica, que entenderá que la característica fundamental se basa en la incertidumbre respecto de la estabilidad, es decir, la duración del contrato. Por otra, la postura jurídica, que describe al trabajo precario como aquel se desvía total o parcialmente de la normativa legal.

Por ejemplo, la OIT entiende el empleo precario desde la postura sociológica. Por lo tanto, lo define como sigue: “Relación laboral donde falta la seguridad de empleo, uno de los elementos principales del contrato de trabajo. Este término comprende el contrato temporal y el contrato a tiempo fijo, trabajo a domicilio y la subcontratación” (OIT, Tesauro).

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Cita
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La competencia capitalista presiona cada vez más a fundamentar la producción sobre la base de la fuerza productiva del trabajo general, pero tiende a agrandar la brecha con respecto y entre los trabajadores que, para asegurar el mantenimiento de sus empleos, negocian condiciones de valorización de la fuerza de trabajo cada vez más desventajosas y son contratados bajo situaciones cada vez más precarias o flexibles o de plano no encuentran sitio en el mercado de trabajo y viven su explotación como fuerza de trabajo excluida (Gandarilla, 2003: 203; en Collado, 2013: 4).

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Lectura obligatoria
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Collado, P. (2013), “¿Metamorfosis del trabajo o metamorfosis del capital?”, Revista Herramienta, núm. 30. Disponible en: https://www.herramienta.com.ar/metamorfosis-del-trabajo-o-metamorfosis-del-capital [Consulta: 8/2/21].

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En este punto, resulta también muy sugerente lo señalado por el sociólogo y profesor de la London School of Economics, Richard Sennett, en relación con la transformación del trabajo en el “nuevo capitalismo”, cuya característica central va a estar dada por la flexibilización de la producción y del mercado de trabajo:

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Cita
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En la actualidad, la expresión “capitalismo flexible” describe un sistema que es algo más que una mera variación sobre un viejo tema. El acento se pone en la flexibilidad y se atacan las formas rígidas de la burocracia y los males de la rutina ciega. A los trabajadores se les pide un comportamiento ágil; se les pide también –con muy poca antelación– que estén abiertos al cambio, que asuman un riesgo tras otro, que dependan cada vez menos de los reglamentos y procedimientos formales.

Poner el acento en la flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo. “Carrera”, por ejemplo, es un término cuyo significado original en inglés era camino para carruajes; aplicado posteriormente al trabajo, designa el canal por donde se encauzan las actividades profesionales de toda una vida. El capitalismo flexible ha bloqueado el camino recto de la carrera, desviando a los empleados, repentinamente, de un tipo de trabajo a otro. En el inglés del siglo XIV, la palabra job (trabajo, empleo) designaba un pedazo o fragmento de algo que podía acarrearse. Hoy, la flexibilidad le devuelve ese sentido desconocido, pues a lo largo de la vida la gente hace fragmentos de trabajo (Sennett, 2000: 9).

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Lectura recomendada
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A quienes les interese profundizar en los efectos del nuevo escenario laboral que venimos analizando sobre la formación del carácter, la identidad de las personas y su modo de inserción en la comunidad, les recomendamos leer el interesante trabajo de este autor:

Sennett, R. (2000), La corrosión del carácter, Barcelona: Anagrama.

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Actividad 2.3.
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Lea la siguiente crónica “Capitalismo con tracción a sangre” de Emilio Gullo, que encontrará en el siguiente enlace: http://revistaanfibia.com/ cronica/capitalismo-traccion-sangre/ [Consulta: 8/2/21]

  1. Elabore un listado con las condiciones de trabajo de las y los trabajadores que realizan reparto por medio de plataformas tecnológicas.

  2. Analice si este tipo de trabajo que se describe se lo puede enmarcar dentro de la categoría de trabajo precario. Justifique la respuesta.

 

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Empleo informal

La OIT describe la situación de los trabajadores informales de la siguiente manera: “Los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, ni prestaciones laborales, ni protección social o representación delos trabajadores” (OIT, Tesauro). Así, definirá al empleo informal como todo aquel que: “Incluye todo trabajo remunerado (p. ej. tanto autoempleo como empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también el trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Los trabajadores informales no se benefician de contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores” (OIT, Tesauro).

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Cita
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Por último, sabemos que la cantidad de trabajadores clandestinos, trabajadores no registrados o trabajadores “en negro” (definida por Raffaele de Gracia en una publicación de la OIT de 1983 como “una actividad única o secundaria, ejercida al margen o en contravención con las obligaciones legales, reglamentarias o convencionales, que se lleva a cabo a título lucrativo y de manera no ocasional), son difíciles de estimar. Pero según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) la proporción de esas personas que figuran ya sea como inactivas o como desempleados representaría aproximadamente el 10 % de la población económicamente activa de los países miembros. En el caso argentino, se han dado numerosas cifras, y algunas estimaciones hechas a partir de la EPH se acercan al tercio de la población económicamente activa. Nuevamente, su inclusión o no dentro de esta última categoría puede tener una gran significación en la medición estadística de la desocupación (Neffa, 1999: 17).

2.3. Mercado de trabajo: modalidades de producción, distribución y consumo en Argentina y América Latina

Texto

En el apartado 2.1 analizamos las reconfiguraciones laborales a partir de la década del 70, y en el 2.2 desarrollamos los principales conceptos con el objetivo de poder describir algunas particularidades del mercado de trabajo en Argentina y América Latina luego de la década de 1990. A partir de esos años se aplicarán políticas neoliberales en la región, impulsando así legislaciones que no protegerán a las y los trabajadores, y que reconfigurarán las relaciones laborales; como consecuencia de esto se generarán altos índices de desocupación, mayor precarización y pobreza.

2.3.1. Argentina

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Un desarrollo sobre la complejidad y la profundización de estos fenómenos requiere que hagamos un breve recorrido por la historia argentina de las últimas décadas del siglo XX, momento en que se abrió un panorama caracterizado por la fragmentación del mercado laboral. Estos escenarios, según Andrenacci (2001) surgen del resquebrajamiento de los mecanismos y las formas de integración social predominantes en la Argentina durante las décadas de 1970 y 1980, mecanismos que se relacionaban con formas específicas del mercado de trabajo y de la intervención social del Estado.

El modelo neoliberal en Argentina desplegó el escenario de una sociedad fragmentada y golpeada por las desigualdades, expresadas en dimensionestales como: distribución de la riqueza, la profundización de la pobreza, los cambios en el mercado laboral, el aumento de la desocupación y de la vulnerabilidad social y el surgimiento del fenómeno de la exclusión. Las políticas sociales focalizadas, impulsadas en los años 90, resultaron limitadas para enfrentar este contexto.

La estructura social de Argentina ha sufrido profundas modificaciones a la velocidad de la transformación macroeconómica, abriendo lo que algunos autores denominan la “brecha de vulnerabilidad” de la población (Andrenacci, 2001). Esta brecha de vulnerabilidad se reflejó en una creciente desigualdad y exclusión. Aunque muchos de estos procesos se pusieron en marcha desde mediados de los años 70, se aceleraron en los 90 (Iriarte, 2005).

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Leer con atención
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Las principales medidas puestas en práctica en la década de 1990 fueron:

  • La privatización de las empresas del Estado: Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF), Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (SEGBA), Obras Sanitarias de la Nación (OSN), Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), Aerolíneas Argentinas y los ferrocarriles, entre otras. Todas ellas se transfirieron a capitales privados, junto con complejos industriales militares desarrollados desde la década de 1940, los que en algunos casos fueron desactivados.

  • La paralización de gran parte de la obra pública y la adopción de drásticos recortes presupuestarios: estas medidas se designaron como “ajuste” y su propósito era equilibrar el gasto público y posibilitar el pago de las obligaciones de la deuda externa.

  • La desregulación y la apertura de la economía: se suprimieron todas las medidas de promoción industrial, se eliminaron las restricciones a las importaciones; se quitaron las regulaciones al mercado financiero; se redujeron las operaciones de la banca estatal y avanzó la privada; se liberalizaron los precios; también se flexibilizo la legislación laboral y se recortó el derecho de huelga.

  • El establecimiento de la Ley de Convertibilidad, que dispuso la paridad monetaria peso-dólar.

Fuente: Recalde (2012: 91).

Texto

También se produjo en Argentina un proceso de concentración y transnacionalización, como consecuencias de los efectos negativos de estas medidas que afectaron fuertemente a la industria nacional, y que aumentaron la presencia de capitales extranjeros, provocando así el cierre de empresas medianas y pequeñas. Se calcula que entre 1989 y 1999 aproximadamente 150.000 trabajadores perdieron sus ocupaciones, como consecuencia directa de los procesos de privatización de las empresas estatales (Recalde, 2012).

Se inicia un proceso de modificación de los derechos de los trabajadores, transformándose profundamente la legislación laboral argentina:

  • Se cambia la forma de contratación, se promueve el empleo temporal por períodos breves, abandonándose el principio de estabilidad laboral.

  • Se flexibilizan las normas con respecto a horarios y vacaciones, pudiéndose acomodar a las necesidades de las empresas.

  • Se reducen los montos de las indemnizaciones por despidos y accidentes de trabajo.

  • Se difunden nuevos regímenes laborales, que permiten una mayor movilidad del trabajador dentro de la empresa, de acuerdo a las necesidades de esta última (polivalencia laboral).
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Cita
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La crisis del 2001 expresara una sociedad fragmentada, que se evidenciara en los cambios en el mercado laboral, con altos índices de desocupación, profundización de la pobreza y una mayor distribución desigual de la riqueza. Cuando se produjo el desplome económico, político y social, en diciembre de 2001, la tasa de desempleo llegó al 25 % y la tasa de informalidad estaba en el 50 % (Toselli, citado en Lucena 2007: 250).

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Héctor Lucena es Ph. D. de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido) y finalizó su Maestría en Relaciones Laborales en la Universidad de Carabobo (Venezuela). Es profesor de Relaciones de Trabajo y también se desempeñó en el Área de Estudios de Postgrado de esta última universidad. Se especializa en la investigación de las relaciones de trabajo, de los proceso y organización del Trabajo, y de la formación sindical. Es miembro de los Grupos de Trabajo Clacso orientados al estudio de las relaciones del trabajo. Fotografía de Héctor Lucena

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Web
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Blog personal de Héctor Lucena, en el que difunde sus escritos: https://hectorlucena.blogspot.com/

Texto

Este contexto de desempleo y precarización laboral desencadenó un proceso de acciones colectivas de protestas y de alta conflictividad social, en el que surgieron nuevas organizaciones sociales, donde se vieron representados e incluidos las y los trabajadores desocupados, dando mayor visibilidad a los movimientos piqueteros y a las empresas recuperadas. Estos nuevos actores sociales demandaban principalmente el acceso a un trabajo que garantizara un ingreso digno. Como resultados de esas luchas, el Estado inició un proceso de negociación con los nuevos actores sociales, lo que fue reconfigurando su relación con la sociedad e instaló, en el año 2003, un nuevo paradigma en las políticas de empleo hasta el presente (Lazo et al., 2019).

Como veremos en la Unidad 3, la crisis de 2001 fue el escenario en el que resurgieron diversas estrategias socioeconómicas, con vistas a dar respuesta a las diferentes necesidades de la población. Aparecían, así, el trueque, las asambleas barriales, las ollas populares, impulsados por los movimientos sociales, integrados en su mayor parte por desocupados o trabajadores precarizados.

La foto muestra numerosas personas con carteles y banderas de Zanon que participan de una movilización pública

Trabajadoras y trabajadores de la ceramista Zanon, hoy conocida como “Fábrica sin patrones” (Fasinpat).
Imagen recuperada de: https://www.laizquierdadiario.com/Zanon-y-un-ejemplo-de-lucha [Consulta: 8/2/21]
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Cita
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Podemos afirmar que a partir de mayo de 2003, aparece paulatinamente la acción del Estado más promotora de derechos y más protectiva. También se observa la emergencia de nuevos actores sociales que definen una novedosa articulación entre Estado, mercado y trabajo (Tomada, C. 2010:40). Es así que las políticas económicas se complementaron con las laborales, las de ingresos y protección social. En lo atinente a las políticas económicas, se definieron cuatro ejes principales, con prioridad para una economía real –de las personas– sobre la economía financiera: a) el desarrollo del mercado interno; b) un tipo de cambio competitivo; c) el aliento al desarrollo industrial, científico y tecnológico, y d) un superávit comercial y fiscal con un desendeudamiento creciente (Lazo et al., 2019: 8).

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En este nuevo paradigma de políticas de empleo vigentes desde el 2003 hasta el año 2015, se realizan modificaciones en la legislación del trabajo, dejando sin efecto normativas que reducían el piso de derecho y protección laboral, en convenios colectivos, contrataciones, despidos y seguridad social. Se pasaba de programas de transferencias de ingresos a programas de inserción laboral, así como al fomento de programas contracíclicos que tenían por objetivo no despedir a trabajadores, quienes recibían un aporte monetario del Estado para complementar los salarios. Se fortalecía el rol de la inspección del trabajo por medio de acciones cuyo fin era la regularización del empleo no registrado. En este período, cobró relevancia nuevamente la negociación colectiva, principalmente centrada en la discusión de salarios, lo que dio lugar a la incorporación de nuevos contenidos en los textos propuestos por actores sindicales y empresarios. También se reactivó la participación en espacios institucionales bipartitos y/o tripartitos de diálogo social, como por ejemplo la reapertura del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vial y Móvil y la creación de la Paritaria Nacional Docente, como instancia concentrada para establecer los sueldos mínimos del sector. En ese período de 12 años se evidenciaron resultados favorables en el funcionamiento del mercado de trabajo: se redujo el desempleo, disminuyó la tasa de empleo no registrado y aumentaron los salarios reales; todo esto fue resultado de una participación más activa del Estado como ente regulador (Trajtemberg, 2016).

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Actividad 2.4
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El Consejo del Salario es un ámbito institucional permanente de diálogo entre representantes de los trabajadores, los empleadores, el Estado nacional y el Consejo Federal del Trabajo (gobiernos provinciales) para evaluar temas referidos a las relaciones laborales, como redistribución del ingreso, asistencia a desempleados, generación de empleo genuino y decente, y combate al trabajo no registrado, entre otros. Una de sus funciones más importantes es determinar periódicamente el salario mínimo, vital y móvil.

Averigüe, entonces, cuál es el valor de salario mínimo, vital y móvil en la actualidad, y compárelo con el valor de la canasta básica del Indec.

Para más información sobre el funcionamiento del Consejo del Salario se puede consultar el siguiente enlace: https://www.argentina.gob.ar/trabajo/consejodelsalario

Texto

En el año 2015, con el cambio de gobierno, se inició nuevamente un retorno a las políticas neoliberales. El resultado fue la reducción del costo de los salarios, un avance en la flexibilización laboral, y el aumento de las tasas de desocupación, precarización e informalidad, como parte de la implementación de un modelo de política económica que ponderaba el crecimiento de inversiones extranjeras, por medio de la desregulación de entrada y salida de capital y el ingreso de bienes exportados. Esta situación desalentó la inversión industrial y disminuyó el crecimiento del mercado interno. Además, implicó una reconfiguración de la relación salarial en comparación con años anteriores, debido a que concebía un modelo de desarrollo de la economía nacional en donde la creación del empleo estaba basada en la reducción de costos salariales y en estructuras más flexibles de contratación. Desde el 2015 al 2019, el período se caracterizó por la presentación de varios proyectos de reforma laboral, que tuvieron por objetivo la modificación de la Ley de Contrato de Trabajo, para cercenar los derechos garantizados hasta el año 2015. Si bien los proyectos no fueron aprobados, en la práctica el mercado de trabajo sufrió diferentes cambios. Por ejemplo, entre 2015 y 2017, el 54 % de los puestos de trabajos registrados creados fueron de monotributistas, categoría laboral que no cuenta con estabilidad en el empleo, ni con aguinaldo, ni vacaciones, y por los que no se hacen aportes patronales. Además, los monotributistas notienen representación sindical, con lo que disminuye su poder de negociación (Seijo, 2019).

Es importante mencionar que, en ese período, se lleva adelante un proceso de reducción de la estructura del Estado nacional, en donde el Ministerio de Trabajo pasó al rango de Secretaría. Esto fue posible en el marco de un Presupuesto Nacional cuyo objetivo era llegar a déficit cero, en concordancia con la recomendación y los acuerdos firmados entre el FMI y la Argentina.

2.3.2. América Latina

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Hasta aquí desarrollamos un breve recorrido sobre la historia argentina de las últimas décadas –cuando se fue desencadenando un panorama caracterizado por la fragmentación del mercado laboral, con el objetivo de poder entender la complejidad y la profundización de los fenómenos actuales. Al igual que en Argentina, en otros países de América Latina se han modificado los modos de desarrollo económico, contexto en el que se revalorizará el lugar del mercado frente al Estado; se van a atravesar períodos recesivos o de poco crecimiento, que se destacan por el aumento del desempleo, la precariedad, la caída de los salarios reales, y por el incremento de la pobreza y la indigencia.

Les proponemos examinar, entonces, la situación de algunos países de América Latina, a partir del aporte de los textos de Neffa (2017) y Lucena (2007). En ambos se consideran los impactos que han tenido las diferentes medidas económicas desde fines de los 80 y cómo se han manifestado en las relaciones laborales en cada uno de estos países. Como complemento de las lecturas obligatorias, en las que se explican las características de los modos de desarrollo, sumamos datos del mercado de trabajo general de América Latina, los que nos permiten analizar comparativamente los países abordados por ambos autores.

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Lectura obligatoria
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Lucena, H. (2007), “Las relaciones laborales en América Latina”, Revista sobre Relaciones Industriales y Laborales, núm. 43, pp. 69-94.

Neffa, J. C. (2017), “Modos de desarrollo, trabajo y empleo en la Argentina (2002-2017)”, Revista Estado y Políticas Públicas, vol. 9, pp. 93-109. Disponible en: https://revistaeypp.flacso.org.ar/files/revistas/1510808759_93-119.pdf [Consulta: 12/2/21].

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En primer lugar, presentamos los resultados extraídos del informe Soluciones eficaces: Políticas activas del mercado de trabajo en América Latina y el Caribe, elaborado por la OIT en el año 2016, donde se analiza de manera general el mercado de trabajo desde el año 2000 hasta el 2015 (Figura 2.4). En este periodo la región registró un crecimiento del PBI en más del 3 %, mostrando en los últimos años una desaceleración que tiene como consecuencia un fuerte deterioro de los indicadores del mercado de trabajo. Esto se expresa en una disminución de la tasa de desempleo hasta el año 2013, marcando una diferencia con respecto al periodo 1991-2000 en el que se da un aumento del desempleo en la región (OIT, 2016).

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Figura 2.4.
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Evolución del desempleo en América Latina y el Caribe

El gráfico muestra la variación en la tasa de desempleo de Colombia, Brasil, Chile, Argentina, México y Perú, incluido el promedio regional de América Latina y el Caribe, entre los años 2005 y 2017.

Fuente: OIT (2016: 27).

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Cita
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Las políticas públicas han tenido un papel importante en estos acontecimientos, pues han sustentado los niveles de vida y han elevado la cobertura de la protección social. Una amplia gama de intervenciones públicas ha facilitado y respaldado este movimiento (OIT, 2016: 43).

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Figura 2.5.
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Políticas públicas y mercado de trabajo en países de América Latina

El gráfico consta de dos partes. La primera muestra qué porcentaje del PIB asignaron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, México y Perú a políticas activas y pasivas del mercado de trabajo, entre los años 2000 y 2010. Entre estos se destacan Brasil y Chile. La segunda parte del gráfico muestra qué proporción de ese gasto distribuyeron en diversas políticas activas: programas de empleo público, subvenciones al empleo, capacitación, etcétera.

Fuente: OIT (2016: 41).

Texto

Como complemento de lo anterior, ofrecemos a continuación los principales aportes del análisis del mercado de trabajo elaborado por la OIT en el año 2020, en su informe Panorama Laboral 2020. América Latina y el Caribe, que completa la información desde el 2016 en adelante:

  • "La dinámica de desaceleración económica observada en el 2018 y 2019 repercutió en la estructura y calidad del empleo regional. En un contexto de tenue crecimiento económico, el empleo por cuenta propia, particularmente no profesional, continuó creciendo.

  • […] los empleos de asalariados, privados y públicos, así como el trabajo doméstico, disminuyeron su participación en el empleo total. […] desde 2012 a 2019 la participación del empleo asalariado en el empleo total se redujo en 3,6 puntos porcentuales [Figura 2.6].

  • […] El incremento de los salarios reales ha tendido a desacelerarse desde 2017, en un contexto regional previo a la pandemia de la COVID-19 marcado por el menor crecimiento económico y tasas de desocupación crecientes".

  • (OIT, 2020a: 41-51).

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Figura 2.6.
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Estructura del empleo según categorías de ocupación

El cuadro muestra la estructura de la población ocupada en América Latina, en los años 2012, 2015, 2018 y 2019. Por ejemplo, la categoría asalariados descendió del 62,6% en 2012 a 59% en 2019; en cambio, no asalariados se incrementó del 25,1% al 28,5% entre los mismos años.

Fuente: OIT (2020a: 42).

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“La crisis causada por la pandemia del COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en el mundo del trabajo causando la pérdida de empleos, la quiebra de empresas de todos los tamaños y una abrupta caída en los ingresos de las personas. […]

En América Latina y el Caribe la crisis ha tenido un impacto significativo sobre las mujeres, su tasa de participación bajó en 10,4 % frente a 7,4 % de los hombres. La tasa de desocupación juvenil subió 2,7 pp. a 23,2 % un nivel que no había sido registrado antes. Uno de cada cuatro jóvenes en el mercado laboral está sin empleo en los tres primeros trimestres de 2020. […]

Ante la falta de oportunidades 23 millones de mujeres y hombres salieron de la fuerza de trabajo y dejaron de buscar empleo; la tasa de participación bajo 5,4 p.p. y se ubica en el 57,2 %”.

En la imagen se ilustran los siguientes datos relevantes: la tasa de desocupación en América Latina alcanzó el 10,6% en 2020, lo que equivale a 30,1 millones de personas desocupadas.

Fuente: textos e imagen de OIT (2020a: 13 y ss.).

2.4. El mercado de trabajo y las mujeres

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En el informe “Mujeres en el mercado de trabajo argentino”, de 2018, elaborado por el Equipo de Mercado de Trabajo, de la Dirección General de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS), se presenta la siguiente síntesis ejecutiva basada en datos del último trimestre de 2017:

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Cita
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  • […] La mitad de las mujeres eran inactivas en términos económicos. De ellas, casi la mitad se encontraban jubiladas, alrededor del 20 % estaba estudiando y el 31 % está a cargo de las tareas del hogar y/ [sic] el cuidado de personas. De estas últimas, más de la mitad vive en hogares con presencia de niños menores de 10 años.

  • De las económicamente activas, las desocupadas son alrededor del 10 %, si se agregan a éstas las que ocupan puestos informales, se concentra casi el 40 % de las mujeres que participan del mercado de trabajo, casi 3 millones de personas.

  • Las mujeres ocupadas se concentran en el trabajo en casas particulares, la enseñanza y los servicios sociales y de salud. De esta forma extienden en el espacio extra-doméstico los roles reproductivos y de cuidado, tradicionalmente asignados a ellas.

  • Dos de cada tres mujeres se ocupan en puestos de baja calificación. La gran mayoría se ocupa en tareas de servicios generales, comercialización o gestión administrativa. A la vez que muestran una menor presencia en cargos de jefatura y dirección.

  • La tasa de empleo no registrado es mayor en las mujeres que en los hombres. Esto se explica, por la presencia casi exclusiva de mujeres en el trabajo en casas particulares, que muestra tasas de no registración del 75 %. Sin considerar a este sector, que es uno de los principales empleadores de las mujeres, la tasa de no registro de los hombres resulta superior.

  • Más de la mitad de las mujeres se ocupa en puestos a tiempo parcial, lo que explica la brecha en los ingresos laborales. En efecto, el ingreso mensual de ellas es el 75 % del de los hombres. Al considerar el ingreso horario, la brecha desaparece.

  • Sin embargo, aunque la diferencia salarial entre hombres y mujeres se matiza al observar los valores del ingreso horario, la brecha es significativa considerando el ingreso laboral total obtenido en el mercado de trabajo. Las implicancias de esta situación exceden el ámbito de lo laboral e irradian su injerencia al interior de los hogares, porque al restar independencia a las mujeres, contribuye a reproducir relaciones de género que las subordinan.

  • (MTEySS, 2018: 2).

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El informe completo, donde se ofrece una cantidad importante de datos estadísticos actualizados sobre mujeres y desigualdad en el mercado de trabajo, en formato de cuadros y gráficos, se puede consultar en el siguiente enlace:
  https://www.trabajo.gob.ar/downloads/estadisticas/genero/mujeres_mercado_de_trabajo_argentino-3trim2017.pdf

Texto

Como se expresa en este informe (MTEySS, 2018), en todo el mundo la tasa de actividad de las mujeres es inferior a la de los hombres, pero en Argentina, se advierte una de las brechas más importantes. A su vez, la desigualdad de género está presente en múltiples aspectos de la realidad social en Argentina, pero es en el mercado de trabajo donde la posición desventajosa de las mujeres se manifiesta con una marcada intensidad. La diferencia de la inserción laboral de estas se verifica en menores tasas de ocupación y, como su contraparte, en la mayor carga horaria en las actividades domésticas. Dicha desigualdad se manifiesta también en las desfavorables condiciones laborales con que se insertan las mujeres ocupadas en el mercado, donde se comprueba mayor incidencia de la informalidad y menores salarios, entre otras cosas.

Por otra parte, un dato interesante es que “las mujeres con mayores niveles educativos acceden a puestos de trabajo de mayor calidad, incentivando esto su permanencia en el mercado de trabajo” (MTEySS, 2018: 9). Sin embargo, en términos generales, se afirma que la tradicional asignación deroles por sexo se expresa en las menores tasas de participación económica de las mujeres, y que más de la mitad de las mujeres se ocupa en puestos a tiempo parcial. Dos de cada tres mujeres ocupan puestos de trabajo de baja calificación y la presencia de mujeres en tareas de dirección es menor que su participación en el empleo en general (MTEySS, 2018: 19, 20 y 22).

Por último, es de destacar que, entre las mujeres ocupadas, la presencia de estas dentro de ramas económicas típicamente feminizadas reproduce la división sexual del trabajo: el trabajo en casas particulares, la enseñanza y los servicios sociales y de salud. Al respecto se definen algunos conceptos clave para explicar este fenómeno, como los de “discriminación en el mercado de trabajo” y el de “techos y paredes de cristal”.

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Cita
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La discriminación en el mercado de trabajo está presente en aquellas situaciones en las que dos personas que realizan las mismas tareas son tratadas de manera diferente, como consecuencia de la existencia de jerarquías en alguna de las características observables, en este caso, en función del sexo. La discriminación puede involucrar una demanda ocupacional diferenciada de hombres y mujeres, esto es, segregación ocupacional, o bien afectar puntualmente los niveles salariales, expresándose en brechas salariales. La segregación puede a su vez ser de carácter horizontal, esto es, operarse entre varones y mujeres a lo largo de la estructura productiva, conocido este fenómeno en la literatura especializada como “paredes de cristal”. Y/o de carácter vertical, esto es, la que se presenta a lo largo de distintos niveles de jerarquía, identificada esta situación con el concepto de “techo de cristal” (MTEySS, 2018: 17- 18).

2.4.1. Mujer y trabajo. Un análisis desde la perspectiva de la Economía Feminista

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A la luz de los datos recién aportados sobre la desigualdad y discriminación de las mujeres en el mercado de trabajo argentino, nos introducimos aquí en algunos diálogos y debates desarrollados por una corriente de la economía heterodoxa vinculada a lo que se conoce como Economía Feminista (EF), en la búsqueda de posibles explicaciones al fenómeno de las desigualdades de género, y con el deseo de una sociedad más justa e igualitaria.

Realizamos las siguientes reflexiones basados un texto que proponemos como lectura sugerida, a partir del cual nos introducimos en los aportes y debates de la EF, como corriente dentro de las economías heterodoxas.

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Lectura recomendada
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Rodríguez Enríquez, C.; Partenio F. y Laterra P. (2018), “Lectura feministas de la economía y la autogestión”, Revista Autogestión, núm. 23, junio.

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La EF cuestiona las experiencias y prácticas que reproducen modelos y estereotipos de géneros basadas en la división sexual del trabajo, profundizando sobre la desigualdad existente en la distribución de los trabajos productivos y reproductivos. En este sentido, las autoras inician este debate con algunas preguntas: ¿Las tareas de reproducción, que son sistemáticamente invisibilizadas y no remuneradas por el sistema capitalista, producen valor? ¿Son económicas? ¿Se reconocen el valor y la importancia de estas tareas?

La imagen muestra una mujer con ocho brazos, cada uno dedicado a una actividad doméstica diferente, para dar la idea de los múltiples y simultáneos roles que desempeña la mujer en las tareas de cuidado.


Tanto hombres y mujeres, más allá de sus características morfológicas, son condicionados a través de la cultura; esto genera estereotipos que determinan formas de comportamiento diferentes.

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Leer con atención
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El género es una condición social y cultural construida históricamente. Es el conjunto de actitudes, roles, valores y comportamientos que determinan lo que debe ser un varón y una mujer, impuestos a cada sexo mediante el proceso de socialización. Por ser una construcción social y cultural, es dinámica (Rodríguez, Partenio y Laterra, 2018).

Texto

De esta manera, los comportamientos se verán condicionados por los estereotipos de lo que socialmente significa ser varón o ser mujer. En la sociedad capitalista las tareas de las mujeres están poco jerarquizadas y, en consecuencia, peor remuneradas. En este sentido, a las amas de casa no se las considera aportantes a la economía familiar y de un país.

El patriarcado es la forma de dominio del hombre sobre las mujeres, y se transmite de una generación a otra a través de las prácticas culturales. En esto se origina la división social del trabajo, que por lo general es desigual entre hombres y mujeres, y da lugar a lo que consideramos, por un lado, trabajo productivo remunerado a través del empleo, realizado por hombres, y por el otro, el trabajo reproductivo, realizado comúnmente por las mujeres. Esta forma de desarrollar la vida cultural de las familias habilita a que los hombres tengan el rol de ser proveedores de recursos económicos y las mujeres se aboquen a las tareas de cuidado de la familia. El modelo de vida familiar que hemos descripto dificulta la igualdad de oportunidades entre ambos géneros.

Esto se expresa claramente en el modo de inserción de las mujeres en el mercado de trabajo, como ya hemos señalado. En gran parte de los países del mundo las tareas de cuidado las realizan las mujeres: la crianza de los hijos, la limpieza del hogar, la atención de enfermos y ancianos. Tales tareas son identificadas cómo reproductivas y constituyen la base de contención social, ya que dan lugar a la reproducción de la población trabajadora, necesaria para el sostenimiento de un sistema económico. A esto se lo considera socialmente como trabajo invisible y no remunerado.

Las responsabilidades reproductivas que sostienen por lo general las mujeres conllevan una disminución de sus oportunidades en el mercado laboral remunerado, o una disminución salarial respecto de una tarea igual realizada por un hombre. Como consecuencia de tales responsabilidades, las mujeres ven limitadas sus oportunidades de acceso a buenos empleos y se encuentran mayoritariamente restringidas a aquellas tareas “típicamente femeninas” (o sea, aquellas que copian el rol familiar habitual: servicio doméstico y servicios personales, como secretarias, maestras y enfermeras). En los casos en que las mujeres realizan otro tipo de tareas que no son tradicionalmente “femeninas” sus posibilidades de ascenso y desarrollo profesional también se ven afectadas por su papel en la familia.

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Para ampliar
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A quienes tengan interés en seguir profundizando el análisis de datos económicos sobre la inserción de las mujeres en el mercado del trabajo, les aconsejamos leer los informes que realiza el Centro de Economía Política Argentina:
https://www.centrocepa.com.ar/informes/245-el-8m-en-clave-eco nomica. html

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La EF denuncia cómo el sistema económico funciona y se sostiene gracias a la explotación del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que realizan las mujeres. Esta forma de entender el trabajo y la economía plantea que es importante dar el debate conceptual y político en torno a las estructuras y relaciones del trabajo hegemónicas en nuestra sociedad. Así, la EF viene proponiendo un marco conceptual basado en los principios y debates de las luchas históricas de las mujeres. A continuación, hacemos un pequeño recorrido sobre esta perspectiva.

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Texto aparte
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Siglo XIX: en esta época ya comenzaban a aparecer, alineadas con resistencias emancipatorias de las mujeres (en particular asociadas a los movimientos sufragistas), preocupaciones por la desigualdad económica entre varones y mujeres, cuya principal manifestación era la diferencia en la remuneración salarial.

Años 70: se pone en cuestión la relación del sistema de producción con la organización social patriarcal y se señala que no hay solo explotación en la relación entre el capital y el trabajo (mercantil), es decir, la generación de ganancia privada a costa de la explotación del trabajo (mercantil), sino también expoliación del trabajo no remunerado de las mujeres en el ámbito doméstico.

Década de 1990: la EF se reconoce como tal, especialmente como reacción a la visión dominante en economía, que se sostiene sobre el andamiaje teórico neoclásico. Así, cuestiona los fundamentos de esta visión, e interpela su (in)capacidad para explicar la realidad y transformarla. En este sentido, la EF discute la existencia de una construcción simbólica dominante, el homo oeconomicus, basado en el principio de racionalidad y la noción de preferencias y elección individual.

Fuente: Rodríguez, Partenio y Laterra (2018).

Texto

El acumulado de dicha historia, retroalimentada por las transformaciones sociales y políticas impulsadas por el feminismo en las últimas décadas, constituye una nueva propuesta conceptual sobre la economía con un postulado teórico fundamental: toda relación económica está atravesada por relaciones de género. Esta máxima de la EF nos plantea una revisión profunda sobre los postulados de la economía neoliberal ortodoxa.

Uno de los aportes centrales de esta corriente es la puesta en discusión del nudo producción-reproducción, porque visibiliza el rol sistémico del trabajo doméstico y de cuidados, que garantiza la reproducción cotidiana de la vida y, por ende, de la propia fuerza de trabajo que el capital necesita para producir bienes y servicios con valor económico.

Esta perspectiva se propone como una instancia superadora en relación con las formas tradicionales de entender el trabajo:

  • Porque propone analizar y pensar la economía en relación con la sostenibilidad de la vida (SV). Esta perspectiva se aleja de las visiones preocupadas por el funcionamiento de los mercados o el crecimiento económico expresado en la evolución del PBI. En cambio, propone que el objetivo central de la economía sea garantizar la provisión necesaria para la sostenibilidad de la vida humana y no humana, a través de procesos económicos que preserven la sobrevivencia del planeta.

  • Porque intenta producir conocimiento situado que se alimente de la experiencia de vida de las personas, construyendo así saberes para la acción y la transformación del sistema en un sentido positivo.

  • Porque se plantea como un campo interdisciplinario diverso, con matices y variedades; una construcción dinámica que aspira a plantear preguntas y a admitir multiplicidad de respuestas.

Pensar las relaciones de trabajo atravesadas por relaciones de género evidencia los problemas que conlleva invisibilizar las tareas y actividades que se realizan fuera del horario de la jornada laboral y/o fuera del espacio denominado “productivo”. Esto ocasiona una tensión entre quienes “producen” y quienes “administran” o “gestionan”.

En el caso de las tareas vinculadas al cuidado de niños/as, la exigencia recae casi exclusivamente sobre las mujeres, lo que las lleva a desarrollar estrategias para poder organizar sus horarios laborales con las logísticas cotidianas.

A su vez, se ha tendido a invisibilizar el rol de las mujeres en los procesos de lucha y sostenimiento de la familia o la comunidad en los momentos de crisis de reproducción social, cuando se reactualiza la concepción del nudo producción-reproducción.

Audiovisual
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Les dejamos estos dos videos para profundizar en la perspectiva de la EF. “De qué trabajo, cuando no trabajo”. Charla TED de Verónica Garea (2015).

https://youtu.be/MIBIgbFeyak [Consulta: 8/2/21].

“¿Quién subsidia a quién?”. Proceso de la investigación que realiza la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento, desde una perspectiva feminista y de economía social, sobre el colectivo de trabajadoras que integran la red El Encuentro.

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Para reflexionar
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El sistema capitalista sitúa lo “mercantil” en el centro de las relaciones económicas, dando “valor” y “sentido” solo a lo que pasa por el mercado. En consecuencia, considera como no económicas y no productivas al conjunto de actividades relacionadas con la sostenibilidad de la vida (tareas domésticas y de cuidado) que se desarrollan fuera de sus circuitos. Esta mirada sesgada centrada en la figura del homo oeconomicus refuerza las divisiones sexuales del trabajo, invisibilizando y descalificando el rol del trabajo reproductivo, desarrollado principalmente por las mujeres, en tanto es considerado por “el capital” como no generador de valor.

La EF, al poner en discusión este sesgo productivista y androcéntrico, reivindica el valor y la dimensión productiva de la organización social de los cuidados, y denuncia la apropiación indebida que el mercado y el patriarcado realizan sobre las mujeres, relegándolas a la esfera de lo privado/doméstico y naturalizando dicha división sexual del trabajo. Por el contrario, desde esta perspectiva se plantea que el trabajo de cuidado o reproductivo crea y valoriza circuitos de producción para hacer posible la vida, cuestión que va más allá de lo doméstico y lo privado.

Consideramos importante profundizar estos debates y deconstruir las miradas en relación con la mujer y el trabajo, a partir de la problematización de estas relaciones desiguales de poder que se dan en los trabajos/espacios, vidas, en pos de una economía que sea realmente transformadora y equitativa.

2.5. Jóvenes y mercado de trabajo

Texto

Al igual que en el caso de las mujeres, se reconoce ampliamente que los y las jóvenes constituyen uno de los grupos sociales que presentan mayores vulnerabilidades y dificultades laborales. Como señalan Lazo et al.N (2019), este no es un fenómeno novedoso ni de reciente identificación por las ciencias sociales, ya que existe una vasta cantidad de estudios e investigaciones que reflejan desde distintas ópticas la compleja situación laboral de este grupo etario. Así, se afirma que la elevada precariedad en el trabajo y el masivo desempleo entre los jóvenes es en la actualidad una problemática de carácter universal. La mayoría de los países, tanto desarrollados como periféricos, encuentran grandes dificultades para lograr que su población joven acceda a empleos de calidad.

Se ha identificado también que el desajuste de las competencias de los jóvenes se suma a la crisis del empleo para este grupo. En efecto, en la mayoría de los países coexisten tanto la sobreeducación y el exceso de competencias como la subeducación y la escasez de conocimientos y experiencia adecuados para la demanda laboral. Por otra parte, en las regiones en desarrollo, gran parte de la población juvenil enfrenta graves problemas para acceder a un trabajo de calidad. Así, cuando no están transitando un período de desempleo, los jóvenes acceden a trabajos inestables, con frecuencia dentro del sector informal, y, muchas veces, no reciben ni educación ni formación (Lazo et al., 2019).

De este modo, se señala que en Argentina, al igual que en el resto del mundo, los jóvenes siempre han sido un grupo particularmente vulnerable desde el punto de vista laboral, económico y social. Esta situación se deterioró mucho en los últimos años. Según datos recientes del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), Argentina es el país con más desempleo juvenil de la región. Casi 2 de cada 10 jóvenes argentinos se encuentra desempleado, el doble que la población adulta en la misma situación. Por otra parte, los grupos más vulnerables son los más afectados por su condición socioeconómica, por el género o por la informalidad en muchos empleos.

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Para ampliar
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Florito, J. (s/f), “La Argentina es el país con mayor desempleo juvenil del Cono Sur”. Disponible en: https://www.cippec.org/textual/la-argentina-es-el-pais-con-mayor-desempleo-juvenil-de-la-region/  [Consulta: 12/2/21].

Bertranou, F; Jiménez, M. y Jiménez, M. (2017), Trayectorias hacia la formalización y el trabajo decente de los jóvenes en Argentina. Oportunidades y desafíos en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, Oficina de País de la OIT para la Argentina, Buenos Aires. Disponible en:  https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---ilo-buenos_aires/documents/publication/wcms_618478.pdf [Consulta: 9/2/21].

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Leer con atención
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Un dato significativo es que los jóvenes desocupados representan casi el 40 % del total de desocupados, y el 42% de la población de entre 16 y 24 años presenta problemas de inserción sociolaboral. Fuente: MTEySS (2018).

Texto

Según el informe publicado en el año 2018 por el Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social de la Nación que analiza las características principales de las y los jóvenes en el mercado de trabajo con respecto a los datos del cuarto trimestre del año 2017, el desempleo fue de 19,3 %, siendo 3,7 más alto que el registrado en la población adulta. Alcanzó una taza de subocupación 5 puntos porcentuales mayor que la de los adultos, y amplió la brecha entre varones y mujeres. En el caso de las y los jóvenes no registrados representa el 26,2 % del total de las y los trabajadores asalariados no registrados. El 15 % de las y los jóvenes no estudia, ni trabaja ni busca trabajo (MTEySS, 2018).

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Cita
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La tasa de participación de los jóvenes (de entre 15 y 24 años de edad) en la fuerza de trabajo ha seguido cayendo. Entre 1999 y 2019, a pesar de que la población juvenil mundial ha aumentado de 1000 millones a 1300 millones, el número total de jóvenes que participan en la fuerza de trabajo (los que están empleados o desempleados) ha disminuido, al pasar de 568 millones a 497 millones […] La mala calidad de los empleos de muchos jóvenes se manifiesta en las condiciones de trabajo precarias, la falta de protección jurídica y social, y las limitadas oportunidades de formación y de progresión profesional (OIT, 2020c: 1-2).

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Para reflexionar
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Como señalan Lazo et al. (2019), si bien la desocupación es una problemática extendida entre los jóvenes, se trata tan solo de un aspecto del complejo cuadro de vulnerabilidad laboral que debe enfrentar este grupo poblacional. La informalidad y el empleo no registrado son otros dos fenómenos que afectan con singular crudeza a las y los jóvenes que sí están ocupados.

¿Ven reflejada esta situación en los jóvenes en formación en el área de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes? ¿Por qué? ¿Qué particularidades tiene para este grupo la inserción en el mercado laboral? ¿Qué estrategias y alternativas pueden implementarse para mejorar el acceso al trabajo y el empleo digno de dicho grupo social?

Texto

No obstante, a la hora de pensar en políticas específicas, es importante rescatar los resultados de algunas investigaciones y evaluaciones realizadas sobre la situación de las y los trabajadores jóvenes cuando deben enfrentarse a la búsqueda de un empleo. Respecto de los determinantes que más afectan a los jóvenes, existe amplio consenso acerca de que las competencias requeridas y que configuran la empleabilidad de las personas –es decir, el nivel de educación formal, la experiencia laboral y la formación técnica y/o profesional– resultan especialmente valoradas para acceder a empleos de calidad. Por el contrario, la ausencia de estos atributos, en particular en la población joven, plantea condicionamientos para desplegar trayectorias laborales más virtuosas.

El desarrollo y la actualización que realicen las y los trabajadores de sus competencias laborales influyen favorablemente en la calidad de su inserción laboral. Esto se comprueba en numerosos estudios sobre los determinantes que explican la incorporación al empleo asalariado registrado de las y los trabajadores desocupados. La evidencia empírica demuestra que, además de algunas características demográficas como el sexo y la edad, el nivel de educación formal, la experiencia laboral y la realización de cursos de formación profesional, inscriptos en un proyecto ocupacional, constituyen atributos relevantes para acceder a puestos de trabajo de calidad.

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Para ampliar
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Bajo el título “La falta de trabajo para jóvenes, un problema globalizado”, Brian Majlin (2019) analiza el panorama del desempleo juvenil en Argentina y en el mundo en el contexto electoral argentino. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/222382-la-falta-detrabajo- para-jovenes-un-problema-globalizado [Consulta: 12/2/21].

2.5.1. Los y las jóvenes como sujetos de políticas activas: lineamientos de políticas de empleo y de formación profesional

Texto

Las políticas destinadas a la población juvenil más vulnerada tienden a incluir la idea de trayectoria laboral enmarcada en un proyecto formativo ocupacional. Así queda registrado tanto en programas que han sido puestos en marcha en Argentina (Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo), como en otras experiencias impulsadas en otros países de la región, muchas de ellas plasmadas en proyectos legislativos para dar impulso al empleo joven, según Lazo et al. (2019). Los principales componentes sobre los cuales se desarrollan estas propuestas hacen eje en un proyecto formativo ocupacional que cada joven programa para sí, atendiendo a su propio punto de partida, a sus experiencias y saberes previos.

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Texto aparte
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Áreas de intervención en materia de política laboral para jóvenes: Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, MTEySS, Argentina (Lazo et al., 2019):

  • Talleres de Orientación e Inducción al Mundo del Trabajo. Son la puerta de entrada al Programa y en ellos cada joven define su Proyecto Formativo Ocupacional, apoyado en un conjunto de herramientas necesarias para la identificación de los intereses, necesidades y prioridades de cada participante; se analizan grupalmente con las asistencia de un tutor las particularidades del entorno social y productivo; se los apoya para la revalorización de los saberes y habilidades para el trabajo que hayan adquirido en distintos espacios de aprendizaje y experiencia. Asimismo, se despliegan en conjunto estrategias adecuadas para planificar y desarrollar el camino de búsqueda, formación y acceso al empleo, de forma tal que puedan definir su propio proyecto formativo y ocupacional, el que intentar cumplir bajo la asistencia del Programa con el acompañamiento de un proceso de tutoría. Cada una de las opciones que se incluyen a continuación surgirán de la situación particular de cada una de las personas.

  • Formación para la certificación de estudios primarios y/o secundarios. Para ello se articula con las carteras educativas provinciales, servicios para la formación y certificación de estudios generales para adultos, accesibles en términos de vacantes, modalidades de cursada y materiales didácticos y curriculares a ser utilizados.

  • Cursos de formación profesional. Incluye los ofrecidos por la Oficina Municipal de Empleo. Los cursos que se ofrecen cumplen con los criterios de calidad establecidos por el MTEySS en cuanto a su adecuación a las demandas socioproductivas del territorio y de las necesidades formativas de los jóvenes.

  • Certificación de competencias laborales. Se certifican competencias laborales a los jóvenes con experiencia laboral previa.

  • Generación de emprendimientos independientes. Se ofrecen actividades formativas sobre gestión empresarial y asistencia de consultores especializados en la elaboración de un plan de negocio. Una vez aprobado el plan de negocio, se brinda asistencia legal, técnica y financiera para su implementación durante las primeras etapas de desarrollo del emprendimiento.

  • Prácticas calificantes en ambientes de trabajo. Dichas prácticas pueden ser ofrecidas por empresas del sector público o privado, para lo cual reciben asesoramiento por parte de las Oficinas de Empleo Municipales. Las empresas formulan un proyecto que debe incluir, en alternancia o sucesivamente, un período de formación teórica y otro de formación en el puesto de trabajo. Es necesario acotar con un tope horario semanal, que se realicen en horario diurno y de lunes a viernes. Los jóvenes solo pueden participar en una práctica, cuya duración no puede exceder los seis meses (evitando que se constituyan en modalidades de trabajo no registrado, y en un mecanismo de sustitución de trabajadores de la empresa).

  • Asistencia en la búsqueda de empleo. A estos efectos, los jóvenes son citados periódicamente en la Oficina Municipal de Empleo para su asesoramiento, orientación y evaluación.

  • Club de empleo. Son instancias destinadas a acompañar a los y las jóvenes en la búsqueda sostenida y activa de empleo, realizando un aprendizaje de herramientas específicas para la búsqueda y armando su propia agenda para concretar este objetivo. El desarrollo se da en el marco de las Oficinas de Empleo, bajo un proceso de tutoría.

  • Intermediación laboral. A través de las Oficinas Municipales de Empleo, los jóvenes podrán recibir información sobre las demandas de trabajo formuladas por las empresas, siempre considerando que ellas resulten compatibles con sus perfiles profesionales. El tutor les informa sobre las condiciones de la oferta de trabajo y los asesora sobre las características de la entrevista de selección, derivándolos a los potenciales empleadores.

  • Apoyo a la inserción laboral. Se promueve la contratación de jóvenes ofreciendo incentivos financieros a las micro, pequeñas y medianas empresas para que incorporen a los y las jóvenes bajo una modalidad de contratación prevista en la LCT [Ley de Contrato de Trabajo].
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Actividad 2.5.
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  1. De acuerdo con los conceptos desarrollados en esta unidad y los datos del mercado de trabajo de mujeres y jóvenes ofrecidos en los dos últimos apartados, realice un análisis exploratorio de la situación ocupacional de al menos ocho compañeros de los que integran la clase (puede incluirse usted mismo), procurando considerar preferentemente cuatro varones y cuatro mujeres. Tenga en cuenta si son parte o no de la PEA, cuál es su situación laboral y, en caso de estar ocupados, cuáles son sus condiciones de trabajo en términos de estabilidad/precariedad laboral.

  2. En relación con los lineamientos de políticas para jóvenes del Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo (MTEySS) antes presentados, organícense en grupos para debatir y compartir en un foro de intercambio de la clase: ¿qué opinan sobre los lineamientos? ¿Cuáles les parecen más útiles o interesantes? ¿Los jóvenes consultados en el punto a conocen estas políticas? ¿Las utilizan? ¿Qué limitaciones encuentran para acceder a ellas? ¿Qué otros lineamientos de políticas podrían proponerse?
Audiovisual
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Como complemento de la actividad anterior, vea el video “Los Incluidos”, donde se aborda una experiencia de jóvenes que participaron de un taller de Orientación e Inducción al Mundo del Trabajo en el Municipio de Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina.

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Para cerrar este subapartado, compartimos la siguiente cita de los autores trabajados en esta sección:

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Cita
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Desarrollar alternativas laborales para los jóvenes, con un alto protagonismo de la educación y la formación profesional, significa una apuesta a la inclusión no sólo presente sino a consolidar sus capacidades y competencias para desarrollar trayectorias laborales que les permitan superar la precariedad laboral y acceder a trabajos decentes (Lazo et al., 2019).

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Un desafío, a la vez que una oportunidad, en particular para los y las jóvenes, es la que ofrece el mundo contemporáneo en relación con la llamada sociedad del conocimiento. El diseño, desarrollo, gestión y uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están produciendo cambios tanto a nivel global como de la vida cotidiana de las personas. Por lo tanto, este contexto nos invita a que reflexionemos: ¿qué es el conocimiento? ¿Cómo se traduce el conocimiento en nuevas tecnologías? ¿Quiénes las producen y controlan? ¿Cómo se distribuyen y consumen?

La sociedad del conocimiento y la información plantea, entonces, nuevos retos tanto educativos como laborales. Poner a los/as jóvenes en contacto con las TIC está en sintonía con disminuir brechas, acercar mejores y nuevas oportunidades. Por ello, Lazo et al. (2019) sostienen que una política de empleo y formación para los y las jóvenes implica que deben capacitarse como ciudadanos/as del siglo XXI. Desde los planteamientos tradicionales no es posible desarrollar las competencias necesarias, hay que abordar innovaciones y cambios que las hagan posibles. Las TIC, de acuerdo con estos autores, ofrecen enormes posibilidades de cambio en materia laboral y de empleo, que no podemos dejar de considerar. Resulta oportuno agregar que también implican amenazas, porque dan lugar a nuevas formas de precariedad laboral vinculadas a las llamadas “economías de plataforma”. Estas afectan particularmente a las y los jóvenes, e implican cambios profundos en las relaciones laborales, frente a los cuales resulta clave tanto la organización de las y los trabajadores como la regulación estatal.

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Para ampliar
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Para reflexionar en torno a las economías de plataforma, las/os jóvenes y las nuevas relaciones laborales que plantean, les dejamos a continuación los siguientes materiales:

Infobae (2/2/19), “Economía de plataformas: entre la oportunidad y la precarización laboral” [en línea]. Disponible en: https://www.infobae.com/def/desarrollo/2019/02/02/economia-de-plataformas-entre-la-oportunidad-y-la-precarizacion-laboral/ [Consulta: 10/2/20].

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Audio

Relatos de jóvenes que luchan contra la precarización laboral de las empresas Rappi, Glovo y PedidosYa. Federico Almejun (2019) entrevista a Luna, de la agrupación NoSoyMiPropioJefe.

Disponible en: Les Jóvenes: precarización laboral de las economíasde plataformas (oktubre.fm)

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Para ampliar
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A continuación, presentamos un gráfico del informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Tendencias 2020 (OIT, 2020b), en el que se identifican las desigualdades en el mercado laboral.

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Figura 2.7.

Indicadores sobre en el acceso al mercado de trabajo

Ejemplos: tasa de participación en la fuerza de trabajo, hombres 74% y mujeres 47%. Tasa subutilización por edad, jóvenes 26% y más de 25 años 11%.

Para ampliar estos datos, el informe completo se encuentra disponible en https://www.ilo.org/global/research/global-reports/weso/2020/WCMS_757163/lang--es/index.htm.

Fuente: OIT (2020b: 23).

2.6. Cierre de la unidad

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En esta unidad hemos analizado la reconfiguración laboral a partir de la década de 1970 hasta la actualidad. Nos propusimos puntualizar en los principales conceptos vinculados al mercado de trabajo: trabajo asalariado, empleo, desempleo, tercerización, autoempleo, trabajo precario e informal, con el objetivo de identificar las nuevas formas de trabajo y empleo en el contexto actual, a partir de la reconfiguración de la relación salarial. Asimismo, buscamos comprender y analizar el mercado de trabajo de las últimas décadas en Argentina y América Latina, y en especial el lugar que ocupan las mujeres y los jóvenes, entendidas como poblaciones vulnerables. Para finalizar, entonces, las y los invitamos a realizar la siguiente actividad:

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Actividad 2.6.
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En el año 2020, la Cepal ha desarrollado un observatorio destinado a recopilar las políticas públicas que los 33 países de la región latinoamericana y caribeña han implementado para limitar el impacto de la pandemia de la COVID-19.

El Observatorio COVID-19 en América Latina y el Caribe cuenta con un mapa interactivo en el que se pueden consultar las diferentes políticaspúblicas por regiones y países, y que se actualiza periódicamente. El mapa está disponible en: https://www.cepal.org/es/temas/covid-19

  1. Consulte en el Observatorio las políticas con respecto a la protección del empleo que se han tomado en Argentina.

  2. Identifique si existen políticas focalizadas en el género y/o en los jóvenes con respecto a la protección del empleo.

  3. Seleccioné dos países de América Latina y comparé las medidas que han adoptado.
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Figura 2.8.
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Mapa interactivo Políticas Públicas COVID-19

Es una imagen fija del América Latina y el Caribe. Se accede al mapa interactivo desde el enlace.

Fuente: Cepal (2021).