10.1. Composición asistida y composición algorítmica

Existen dos campos de aplicación de las computadoras en el proceso compositivo. Uno de ellos es el de la composición asistida, en el cual la computadora es considerada una herramienta capaz de ayudar a generar los materiales de la obra, a partir de la formalización de procedimientos que realiza el compositor. En la composición asistida se emplean, en general, programas especialmente diseñados o lenguajes de programación como Open Music y PWGL.

El segundo campo de aplicación es en la composición algorítmica. Si bien la composición realizada a través de algoritmos –entendidos estos como conjuntos de reglas– ha existido en la música desde siempre, nos referimos a composición algorítmica cuando en general interviene el azar en determinadas elecciones y los procesos se realizan con la participación de computadoras. La máquina “crea” la obra, o parte de ella, en virtud de que el algoritmo empleado es capaz de tomar decisiones durante el proceso creativo y, en la mayoría de los casos, también la interpreta.

Un modelo de composición algorítmica muy difundido en la actualidad se basa en algoritmos genéticos. A través de este modelo, la composición se desarrolla en términos evolutivos. La computación evolutiva deriva de la Inteligencia artificial y recurre a conceptos biológicos tales como selección natural, mutación, cruzamientos, y al estudio de poblaciones autoorganizadas y comportamientos colectivos.

Las técnicas actuales empleadas en la composición algorítmica son muy diversas y se basan también en modelos matemáticos, sistemas computacionales capaces de aprender y gramática formal, entre otras.

La composición algorítmica vinculada con modelos matemáticos, por su parte, ha utilizado con frecuencia la técnica de los fractales, objetos geométricos cuya estructura básica se multiplica a diferentes escalas (ver G.10.1.).

G.10.1. Imágenes de fractales

 

Otros modelos matemáticos se sustentan en la probabilidad y la estadística, o en la teoría del caos.

La primera obra creada por una computadora fue la Suite Illiac (1956), a partir de la programación realizada por Lejarin Hiller y Leonard Isaacson de la Universidad de Illinois. La pieza está escrita en cuatro movimientos e instrumentada para ser interpretada por un cuarteto de cuerdas.

Otro pionero en el uso de la computación en la composición algorítmica fue Iannis Xenakis, quien desarrolló obras musicales basadas en procesos estocásticos. Mediante estas técnicas, descriptas en su libro Formalized Music (1963), realizó las primeras piezas en este campo: Atrées (para 10 instrumentos) y Morsima-Amorsima (para piano, violín, violoncelo y contrabajo), ambas escritas en 1962.